Madrid, una ciudad que no para de cambiar, se enfrenta a una pregunta crucial: ¿está perdiendo su identidad en medio de su crecimiento imparable? Javier Osés y María Sanz, las mentes creativas detrás del estudio Calienzo, lo tienen claro: la arquitectura tiene el poder de devolverle a la ciudad, lo que la hace única. Para ellos, no se trata solo de recuperar fachadas o edificios históricos, sino de entender el pulso de la ciudad y darle una respuesta coherente, auténtica y respetuosa. Según los cofundadores de Calienzo, Madrid no puede caer en la trampa de replicar fórmulas sin alma. La clave está en equilibrar lo nuevo con lo antiguo, sin perder la esencia de sus calles, patios y comercios, esos que nos conectan con su verdadera esencia.

En esta entrevista, nos cuentan cómo trabajan para crear proyectos que no solo respetan el pasado, sino que lo transforman de manera que sigan hablando de la ciudad, sin disfrazarlo de algo que no tiene alma. Madrid, aseguran, merece ser transformada por quienes realmente entienden lo que significa vivir en ella.

Entrevista a Javier Osés y María Sanz sobre cómo la arquitectura puede mantener viva la identidad de Madrid

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Foto: Calienzo

Decís: “La arquitectura puede devolverle identidad a una ciudad, nuestro Madrid, que corre el riesgo de perder su esencia, su idiosincrasia”. ¿Qué le ocurre a Madrid?

Javier Osés: Madrid es una ciudad viva, magnética, pero como muchas grandes ciudades con un crecimiento tan rápido, corre el riesgo de olvidarse de sí misma. A veces se confunde crecimiento con repetición de fórmulas sin carácter, y eso acaba borrando lo que la hace única: sus calles, sus patios interiores, sus pequeños comercios, su forma de vivir hacia dentro y hacia fuera a la vez. Creemos que, con enfoques como el nuestro, podemos ayudar a que Madrid no pierda esa esencia. No solo recuperando edificios o fachadas, sino trabajando con sensibilidad para que cada proyecto respete la historia sin disfrazarse de algo que no tiene alma.

Al final, la identidad de una ciudad se cuida cuando quienes la transforman entienden íntegramente todas sus caras. Y Madrid merece que cada reforma y cada nueva obra sumen algo verdadero, en sintonía con el estilo de vida de la gente que la hace ser la ciudad que es hoy en día.

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Foto: Calienzo

¿Tiene algo que ver con el diseño de fachadas y balcones?

María Sanz: Claro, el diseño de fachadas y balcones es una parte importante de lo que hace reconocible a Madrid. Es una ciudad con un abanico de tipologías enorme, desde balcones de forja castiza hasta fachadas sobrias de piedra o ladrillo visto en barrios señoriales. Y lo que es más importante, aparte de la estética, cada una cuenta algo de la época en que se construyó y de la forma de vivir de entonces, lo que nos da muchas herramientas para enfocar los proyectos de cada vivienda.

Pero ni de lejos es lo único ni lo más determinante que hace de Madrid un sitio muy especial para la arquitectura. Lo que hace especial a Madrid es cómo se entrelazan esos elementos con la vida de sus calles, la mezcla de usos, los comercios de barrio, los patios interiores, la relación entre lo público y lo privado. Mantener la identidad de la ciudad no pasa solo por sus fachadas, sino por entender todo ese tejido que les da sentido.

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Foto: Calienzo

¿Qué diferencia Madrid de otras grandes ciudades de España?

Javier Osés: No nos gusta entrar a comparar ciudades, entendemos que cada una tiene su esencia, pero sí creemos que Madrid tiene un modo de ser que la hace especial para quienes la viven. Es una ciudad que acoge a quien llega sin preguntar de dónde viene, es tranquila y a la vez llena de vida. Aquí uno puede sentirse en casa, aunque lleve poco tiempo. Y ese sentimiento es el que intentamos trasladar a cada proyecto: hogares que no intimidan, que no se agotan, que acompañan de forma natural. Para nosotros, Madrid no es solo una ubicación, es una forma de vivir que muchos reconocen, sean de aquí o no.

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Foto: Calienzo

¿Cómo influye la arquitectura en una ciudad?

María Sanz: La arquitectura deja huella, para bien y para mal. Cada edificio, cada reforma, cada casa construye parte de la memoria de una ciudad, aunque a veces no seamos conscientes. Bien hecha (no solo desde la ejecución, sino desde el concepto), la arquitectura cuida lo que ya existe y le da sentido nuevo sin borrarlo. Marca cómo se vive una calle, cómo se abre un barrio al resto de la ciudad, cómo se siente un hogar por dentro.

Para nosotros, influir desde la arquitectura es asumir que cada decisión, grande o pequeña, suma o resta identidad. Y creemos que la mejor forma de influir es con sensibilidad y coherencia, no imponiendo ruido, sino dejando espacio para la vida de quienes lo habitan.