En un mundo donde la inmediatez parece ser la norma, el estudio Calienzo apuesta por una arquitectura que reivindica la calma, la pausa y la emoción de los espacios. María Sanz, cofundadora de esta firma madrileña, nos introduce a un enfoque disruptivo donde el tiempo es un material esencial para crear entornos que trascienden la estética. En esta entrevista, la arquitecta desglosa cómo, a través de la luz, las proporciones y los materiales, buscan emocionar y hacer sentir a los habitantes de una casa más allá de lo tangible. La clave está en un diseño que no se impone, sino que permite a los materiales y a la luz contar su propia historia. En esta práctica, cada proyecto se convierte en una reflexión sobre cómo el tiempo, la pausa, el silencio y las emociones pueden transformar un espacio en un hogar.
Entrevista a María Sanz: la arquitectura emocional y el poder del silencio en el diseño
Trabajáis conceptos como el silencio, la pausa, el tiempo y las emociones en vuestro enfoque. ¿Cómo definiríais esta práctica y cuál es la influencia del tiempo en los proyectos arquitectónicos y de diseño de interiores?
Muchísimo, para nosotros, el tiempo se comporta como otro material clave. Al final, es lo que permite que un espacio respire y se asiente. Creemos que lo que se hace sin tiempo se llena de incoherencias y ruido. Hoy en día, donde todo se consume deprisa, la arquitectura necesita reivindicar la pausa. Resistirse a la prisa es casi un acto de rebeldía. Y es la única forma de que, con los años, la casa siga sosteniendo a quien la habita, sin volverse ajena ni agotarse a los pocos meses.

Foto: Calienzo
¿En qué consiste la arquitectura emocional y la arquitectura silenciosa?
Para nosotros, la arquitectura emocional es la que se siente y no se puede verbalizar. Es esa sensación de llegar a casa y notar que todo está en su sitio, aunque no sepas decir por qué, una emoción íntima y cotidiana. Por otro lado, como entendemos nosotros la arquitectura silenciosa, es la que no necesita imponerse ni gritar. Es un espacio que deja hablar a la luz, a los materiales, al propio uso de quien lo habita... Al final es eliminar lo innecesario para que lo verdadero adquiera peso.

Foto: Calienzo
¿Cómo se consigue remover emociones?
La emoción no se puede forzar, lo que trabajamos cada día es en cuidar lo que la despierta. Cuando un espacio está limpio de excesos, uno se encuentra con lo que importa de verdad: la calma, la intimidad, la sensación de pertenencia...
¿De qué manera se puede sentir el hogar?
Es un sentimiento muy personal, pero, al final, nosotros lo entendemos desde cuando uno deja de estar pendiente de la casa y empieza a habitarla sin darse cuenta. Se siente en un suelo que invita a caminar descalzo, en una luz que convive de manera equilibrada en cada estación, en un rincón donde sentarse a leer un libro... Son detalles que parecen mínimos, pero son los que hacen que un lugar deje de ser solo una casa y se convierta en refugio.

Foto: Calienzo
En una de tus intervenciones mencionas que ‘trabajamos con la luz, las proporciones y los materiales para crear una experiencia que trasciende la estética y conecta con las emociones’. ¿Podrías profundizar en los errores más comunes relacionados con la luz y las proporciones en el diseño? Y, en el caso de los pisos pequeños, ¿qué aspectos deben cuidarse especialmente?
Un error común es pensar que la luz es un elemento más, cuando en realidad lo transforma todo. Mal trabajada, la luz aplana un espacio o lo llena de sombras incómodas, y al contrario agranda, suaviza y da vida. Con las proporciones ocurre lo mismo, una mala escala rompe la armonía, aunque se usen materiales nobles. Muchas veces se intenta meter demasiado en muy poco, y eso termina saturando. Por ejemplo, en pisos pequeños, es clave ordenar bien la luz natural, abrir visuales y elegir materiales que respiren bien juntos. Reducir particiones innecesarias, aligerar muros y dejar que la luz circule.