Cuando el ritmo de vida se ralentiza y el tiempo se vuelve más generoso, el hogar adquiere una dimensión distinta. Ya no es solo refugio, también el escenario principal del día a día. En esta etapa vital, la arquitectura tiene la oportunidad de interpretar el disfrute como un nuevo lujo. Jaime Salvá, arquitecto mallorquín con una reconocida trayectoria internacional, se mueve con soltura entre lo contemporáneo y lo mediterráneo, combinando diseño, funcionalidad y armonía con el entorno.

Con proyectos residenciales en enclaves como Palma, Ibiza o la Costa Brava, Salvá concibe el diseño como un ejercicio de estilo y como respuesta sensible a quienes van a habitar los espacios. “Una casa tiene que hablar el lenguaje de quienes la viven. Y, en el caso de una pareja de jubilados, ese lenguaje es el del disfrute cotidiano”, afirma.

Cómo debe ser una casa para el retiro, según Jaime Salvá

Piscina infinita Jaime Salvá
Foto: Foto: Tomeu Canyellas Arquitectura: Jaime Salvá

Diseñar un hogar para una pareja de jubilados es un reto que va mucho más allá de eliminar barreras arquitectónicas o añadir comodidades tecnológicas. Para Jaime Salvá, “llegado el momento de la jubilación, la vivienda adquiere un nuevo significado. La casa pasa a ser el escenario de una vida vivida con tiempo, calma”. En otras palabras, se convierte en un lienzo en blanco para una vida que se mira sin prisa.

En este sentido, el arquitecto lo tiene claro: la arquitectura debe anticiparse a las necesidades del futuro, pero sin renunciar a la belleza ni a la emoción del presente. “Nos gusta entender este tipo de vivienda como un refugio pensado para hoy, pero preparado para el mañana”.