El verano invita a sacar los bártulos al exterior y trasladar la vida fuera de casa, incluido el trabajo entre fogones. Especialmente para esas comidas o cenas con la familia o los amigos en las que la compañía y el aire libre son los protagonistas.
Para ello, nada mejor que montar una cocina de exterior tan funcional como la de dentro, que te permita preparar la comida mientras te das un chapuzón en la piscina o tomas el aperitivo con tus invitados. Además, ahorras viajes y pasas menos calor que ‘encerrada’ entre electrodomésticos. Aunque un jardín es el escenario perfecto, también se pueden colocar en la terraza. Eso sí, en versión barbacoa y carrito auxiliar.
A la hora de instalarla, debes buscar una sombra. Por eso, suelen ubicarse bajo un porche, una pérgola o un cerramiento, vigilando que en el caso de que esté cerrado cuente con salida de humos o haya una distancia suficientemente amplia entre la zona de fuegos y el techo. Ten en cuenta, además, las tomas de agua y de luz que vas a necesitar, según vaya o no un fregadero, un frigorífico o cualquier otro aparato que deba ir conectado.
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta al elegir una cocina de exterior es evaluar primero el espacio y estilo personal. “Un error común cuando se va a poner una cocina en un jardín o patio es no dejar sufiente espacio de movimiento, los espacios al aire libre son generalmente lugares de descanso que requieren libertad”, apunta Muriel Baffrey, diseñadora de Schmidt Groupe. Una vez solucionado los asuntos prácticos, es el momento de crear la composición y distribución que mejor se adapte al espacio disponible y a tus necesidades. Piensa en los módulos que necesitas incorporar y en el ‘look’ que quieres que tenga (moderna en acero inoxidable, vintage en colores…). No pongas nada que no necesites, pero tampoco olvides aquellas cosas que te hacen más fácil el trabajo en la cocina, como un módulo de almacenaje extra.
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