Javier Hernández, arquitecto, reforma la vivienda de su familia: "Así guardo el recuerdo de mis abuelos al llegar a la casa"

En la comarca de Utiel-Requena (Valencia), tierra de vinos y horizontes despejados, se alza una vivienda que no solo ha resistido el paso del tiempo, sino que ha sido rescatada desde su propia memoria. La conocida como "Casa de los abuelos", es mucho más que una reforma integral: es un proyecto arquitectónico con una poderosa carga emocional, pensado para recuperar el espacio familiar y convertirlo en un punto de encuentro intergeneracional.

Con una superficie de 680 m², esta vivienda tradicional de dos plantas había sufrido, con los años, agregaciones caóticas en su pato trasero, presentando problemas estructurales severos, principalmente por la falta de cimentación en algunos de sus muros. La intervención fue profunda, pero respetuosa. El arquitecto, Javier Hernández, de HOMU Arquitectos y nieto del propietario original, lideró la transformación con una premisa clara: "El principal objetivo era hacer que la casa fuera funcional y accesible para las nuevas generaciones, mientras mantenía su valor emocional y familiar". ¡Nos invita a verla!

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El patio: un oasis de paz

El patio trasero de la vivienda, se ha convertido en el corazón exterior. Una gran zona de estar y disfrutar al aire libre con pavimento de hormigón pulido, pensado para un mantenimiento sencillo en las temporadas en que la casa esté vacía. También una piscina, con zonas de sombra y vegetación xerófila, completan este espacio perfectamente integrado. "El porche protege del sol de mediodía y extiende la vida familiar hacia el patio", comenta Javier. Aquí se desarrolla buena parte de la vida cotidiana y festiva, en conexión constante con la naturaleza.

El hall: un umbral al pasado

Desde el primer paso, la casa habla de memoria y respeto. El hall de entrada se ha mantenido prácticamente intacto, con la puerta original de madera restaurada con mimo. "Guardo el recuerdo de mis abuelos al llegar a la casa... esa gran puerta ha sido cuidadosamente protegida con el paso de los años", cuenta Javier. Este umbral marca el inicio de un recorrido en el que cada rincón narra una historia. Los muros gruesos y los suelos de hormigón pulido contrastan con la calidez de los elementos tradicionales que se han mantenido como pate de la identidad de la vivienda.

El salón: un espacio para compartir

El salón se ha diseñado como núcleo social de la planta baja, abierto hacia el comedor y con conexión directa con el porche exterior. Las vigas de madera vistas, combinadas con un mobiliario sencillo y materiales naturales, logran un ambiente acogedor sin perder el carácter sobrio de la arquitectura rural. "Queríamos que fuera un espacio vivo, amplio, donde pudiera estar reunida toda la familia con naturalidad", señala el arquitecto.

El comedor: el punto de encuentro familiar

El comedor ocupa un lugar central y conecta cocina, salón y patio. Esta disposición abierta fomenta la convivencia diaria y las grandes celebraciones familiares. "Abrimos la cocina al comedor para cocinar en grupo. La isla es el punto clave", comenta Javier. La mesa de comedor, de madera maciza recuperada, dialoga con los materiales de la estructura original y se ubica estratégicamente junto a una gran cristalera que inunda el espacio de luz natural.

La cocina, abierta: tradición y funcionalidad

Combinando funcionalidad y tradición, se abre paso la cocina, con una estética limpia. Abierta al comedor, integra una isla multifuncional como centro de operaciones familiares. El mobiliario se diseña a medida con acabados neutros y detalles de madera, y los electrodomésticos se integran para no romper la armonía visual. "Queríamos que fuera un espacio donde todos participaran, que no se sintiera aislado del resto de la casa", explica Javier. La luminosidad se refuerza mediante tragaluces y aperturas hacia el patio.

Los baños: sencillez y luz

Los baños se distribuyen entre ambas plantas y se plantean con una estética limpia, en consonancia con el resto de la vivienda. Se emplean en ellos revestimientos neutros, grifería minimalista y materiales duraderos de fácil mantenimiento. Algunos conservan elementos rústicos como lavabos sobre encimeras de madera reciclada o espejos antiguos restaurados: "No queríamos que los baños rompieran con el lenguaje del resto de la casa, sino que lo completaran", añade Javier.

La planta alta: un retiro privado

Más allá de los dormitorios, la planta superior actúa como refugio nocturno y zona privada. Se ha cuidado especialmente la calidez de los materiales - suelo de madera de roble y muros encalados - así como la conexión visual con el paisaje exterior. La distribución respetó en gran medida la estructura original, lo que aportó personalidad a cada estancia. "Los muros y pilares existentes definieron gran parte de la distribución. Aunque hubo que adaptarse, también nos sirvieron como guía", explica el arquitecto.

Dormitorio principal: descanso con alma

La casa cuenta con varias habitaciones distribuidas entre la planta baja y la superior, pensadas para acoger a toda la familia. En la planta baja se ubican dos dormitorios que permiten estancias cómodas incluso para personas mayores. En la alta, los dormitorios se conciben como espacios íntimos y tranquilos, con vista al entorno rural. "Conservamos parte del mobiliario original y dejamos la estructura vista en algunos techos para que esos espacios no perdieran su carácter", apunta el arquitecto.

La terraza: un increíble mirador

La terraza es un increíble mirador. Accesible desde el dormitorio principal, tiene un valor emocional incalculable. "Mi abuelo solía subir allí a vigilar los viñedos... ahora es el lugar donde descorchamos la primera botella cada año", comparte Javier. Este espacio, con vistas abiertas al viñedo, es al mismo tiempo íntimo y simbólico: una conexión directa con el pasado agrícola de la familia. La barandilla liviana, el suelo de barro cocido y la vegetación contenida refuerzan ese carácter contemplativo.