Transformar una vivienda familiar en un hogar que refleje nuevas etapas de la vida de sus propietarios, es todo un reto y una tarea nada sencilla. Es el caso de este apartamento de 165 metros cuadrados, situado en Port La Galère, en Théoule-sur-Mer (Francia). Un claro ejemplo de cómo un espacio puede evolucionar sin perder su esencia. Se trata de una residencia única dentro de un complejo diseñado por el reconocido arquitecto Jacques Couëlle, cuyas construcciones orgánicas se integran con el paisaje como auténticas esculturas habitables.

El proyecto de renovación, liderado por la interiorista Francesca Bassi y el estilista Bruno Tarsia, ha logrado un equilibrio impecable entre respeto por la arquitectura original y actualización contemporánea, con especial atención a la luz, los materiales y la conexión con el mar. Como explica Giacomo Giardini, propietario de la vivienda, "esta casa siempre ha sido un lugar lleno de recuerdos, pero con el nacimiento de mi hija Nelly, sentí la necesidad de reinventarla para que también hablara de nuestro presente y del futuro que quiero construir para ella". 

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