Dime cómo es tu salón y te diré cómo decorar la pared del sofá

Si tiene un revestimiento único

La pared como tal, sin más artificio que el revestimiento en forma de damero, es la protagonista tras el sofá. Una solución ideal para realzar un salón donde se ha dejado la antigua pared de ladrillo a la vista y se busca dar un toque de actualidad de lo más original a los años que tiene tras de sí este muro. 

Si juega con los colores

Pues repite ese mismo juego en las paredes. Si, como en la imagen, tus gustos van por la mezcla entre el azul, el gris y el blanco sigue el mismo patrón, pero en este caso de un modo vertical para las paredes de la estancia. Una pared en blanco y dos azules tras uno de los dos sofás (en este caso un diván).

Y, por si fuera poco, añade también elementos decorativos para reforzar la idea de detrás del sofá: cuadros abstractos que parecen esculturas, consolas y hasta lámparas a juego junto a esas paredes para nada convencionales. 

Si tiene una decoración en tonos intensos

Rompe este espectáculo en tonos rotundos, personales y elegantes con un único objeto que altere la continuidad cromática y se sitúe sobre el sofá. Este es el perfecto ejemplo; no te hace falta mucho más. Pero, si no te atreves con un contraste muy llamativo, los tonos de la pintura pueden ser más claros... pero, sin pasarse metiendo de repente amarillos o verdes explosivos.  

Si tienes un salón de vanguardia

La idea la puedes adivinar con facilidad: dale alas a una propuesta más clásica en forma de molduras por las paredes, además de rescatar la belleza de una chimenea antigua tras el sofá moderno.

Una nota que une ambos mundos y que, además, permite la licencia de un mini toque de actualidad en forma de dos pequeñas láminas abstractas. 

Si hace gala de un minimalismo absoluto

Olvídate de molduras, papeles pintados, apliques de luz o cuadros llamativos y personales. Si en tu salón hay tres piezas contadas (sofá, alfombra y lámpara de pie) y el minimalismo es la norma imperante, mantén esa idea. Y eso pasa por no poner nada en las paredes. Sí, has leído bien. Déjalas tal cual, sobre todo si como en la imagen es una estancia con aire rústico y sin apenas ornamentación (hasta se adivina el ladrillo bajo la capa de blanco).