Hay errores de distribución que se repiten en muchos hogares, casi de forma automática, como si viniera de serie con el mobiliario. Uno de los más comunes, y también más fáciles de solucionar, es colocar el sofá completamente pegado a la pared del salón. Puede parecer lógico - y de hecho es algo que ya tenemos interiorizado - ya que maximiza el espacio disponible y deja más sitio libre delante de él. Pero lo cierto es que esta decisión tan extendida puede estar jugando en contra de la armonía y funcionalidad del espacio.

Así lo asegura la arquitecta Itsaso Larrauri, del estudio Domus Create, que en una de sus publicaciones de Instagram lanza una advertencia con la que muchos se sentirán identificados: "Cuando veo un sofá pegado a la pared, sé que hay margen de mejora, rápida y sencilla". Según Larrauri, esta disposición tan común, resta calidez y provoca una sensación de rigidez visual que hace que el salón se perciba como más estático y menos acogedor. 

La buena noticia es que, con un gesto mínimo, es posible transformar por completo esa percepción. En interiorismo, el confort visual tiene tanto peso como el físico. Y en un salón, donde pasamos buena parte del tiempo de descanso y socialización, esa fluidez espacial marca la diferencia entre un ambiente frío y uno que invita a quedarse.

 

Separar el sofá de la pared: una decisión sencilla con gran impacto

"Es un error más común de lo que creemos", apunta la arquitecta. La tentación de empujar el sofá hasta el fondo de la habitación, puede parecer una buena idea en espacios pequeños, pero incluso en salones de dimensiones reducidas, separar el sofá apenas unos centímetros de la pared, puede cambiar radicalmente el ambiente. "La solución es sencilla: separarlo unos centímetros. ¡Solo con eso, verás como el espacio gana fluidez!", recomienda Itsaso.

Esta mejora tiene una explicación tanto estética como funcional. Por un lado, despegar ligeramente el sofá de la pared, permite que el conjunto respire visualmente. Se genera una sensación de ligereza que evita el efecto "encajonado", y se consigue que la estancia parezca más amplia, no más estrecha. Por otro lado, este cambio abre nuevas posibilidades decorativas. Si el espacio lo permite, colocar una consola o una mesa estrecha detrás del sofá no solo añade una superficie práctica para lámparas, libros o elementos decorativos, sino que enmarca la pieza y la integra mejor en el conjunto del salón.

Un margen que mejora la iluminación

Salón cálido con sofá despegado de la pared
Foto: @itsaso_larrauri

Este pequeño margen entre sofá y pared, permite trabajar mejor la iluminación indirecta, clave para crear atmósferas acogedoras. Una tira LED o una lámpara de sobremesa sobre esa consola trasera puede convertirse en un recurso funcional y cálido para las horas nocturnas.

En definitiva, alejar el sofá de la pared no es solo una cuestión estética, sino una herramienta poderosa para mejorar la habitabilidad del salón. Como concluye Larrauri: "Un pequeño cambio que hace que el espacio funcione mejor y dé sensación de ser más amplio y equilibrado". A veces, basta con mover unos centímetros para que todo encaje mejor.

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