Con la llegada del buen tiempo, las casas se abren al exterior. Las terrazas se transforman en salones al aire libre, los porches cobran vida y cada rincón bajo el cielo se convierte en una extensión del hogar. No se trata solo de sumar metros, sino de conquistar sensaciones: una sombra bien proyectada, un pavimento que invita a caminar descalzo, un color que no rompa la armonía del entorno.

Desde su estudio en Palma, el arquitecto Jaime Salvá lleva años diseñando espacios exteriores que respiran belleza, coherencia y serenidad. Con un estilo que él mismo define como "mediterráneo contemporáneo", aplica una mirada precisa al paisaje para decidir no solo qué materiales utilizar, sino también qué colores descartar. Porque no todo vale bajo el sol. Y si alguien sabe cómo proyectar exteriores que se sienten como un verdadero lujo silencioso, ese es él.

El color, un aliado (o enemigo) silencioso

Casa con piscina Jaime Salva
Foto: Tomeu Canyellas Arquitectura: Jaime Salvá

Cuando se piensa en diseñar un exterior, el color suele abordarse desde un plano estético. Pero Jaime Salvá va más allá: “Los colores, al igual que los materiales, deben elegirse pensando en cómo envejecen, cómo se comportan frente al clima y cómo se integran en el paisaje”. No es una cuestión de moda, sino de permanencia, de confort y de respeto por el entorno.

A continuación, repasamos algunos tonos que el arquitecto evita sistemáticamente en sus proyectos exteriores. El objetivo: crear espacios que resistan al paso del tiempo y dialoguen con la naturaleza sin estridencias.