A la interiorista Silvia Trigueros le vinieron a buscar los nuevos propietarios de esta vivienda madrileña del barrio de Salamanca "porque les habían hablado de nuestra capacidad de sacar partido a un piso con pocos metros y no lo dudaron", explica ella misma. El plan de necesidades del cliente era muy concreto y aunque no fue fácil encajarlo en 100 metros cuadrados,"estos retos son los que a mí me fascinan", reconoce.
Dicho y hecho, se puso manos a la obra y nada más entrar ya tuvo claro que debía llevarse a cabo una demolición total. El piso, de los años 40, necesitaba una renovación completa de todas las instalaciones, ya que no se podía aprovechar nada de lo existente y, además, requería un planteamiento nuevo de los espacios.
A decir verdad, sí se salvó un elemento estructural de origen. "Un maravilloso pilar de hierro roblonado en el salón que, por supuesto, hemos dejado a la vista en el proyecto", explica Trigueros. Precisamente está en el espacio social de la casa, el que los propietarios pedían que fuera amplio para disfrutar con los amigos cuando vienen a Madrid, ya que se trata de la segunda residencia de un matrimonio que vive fuera de España.
La distribución debía acoger un amplio salón con cocina integrada, un aseo de cortesía, un lavadero independiente y dos habitaciones en suite (una para invitados). Las ventanas de ambos dormitorios dan a grandes patios de luz, de manera que la luminosidad la tienen garantizada, y cuando llega la noche, al igual que en el resto de estancias, la iluminación artificial transforma los diferentes ambientes.
"El plan de necesidades del cliente era concreto y exigente. No fue fácil encajarlo en 100 m², pero estos retos son los que a mí me fascinan y por los que también los clientes me buscan" _ Silvia Trigueros