Enamorados de la ciudad de Terrassa (Bracelona) y en busca de una vivienda singular y funcional, a sus nuevos dueños les encantó este espacio para diseñar su nuevo hogar, aunque nunca se imaginaron que al empezar las obras de demolición y reestructuración darían con una maravilla de muros como los que tienen ahora.
Anna Alegre, arquitecta responsable de este proyecto y fundadora de Abrils Studio, no podía creerlo, porque esto dificultaría en gran medida su trabajo, pero supo verle de inmediato el potencial y aprovecharlo en favor de la vivienda.
“La propuesta inicial parecía sencilla: unir dos plantas bajas para hacer de ellas una única vivienda, mucho más amplia y luminosa. Fue una gran sorpresa cuando empezamos a derribar los muros, dado que la pared central (la que separaba las dos viviendas) contenía tres arcos de piedraescondidos. Nos enamoramos de ellos. Y decidimos mantenerlos y dejarlos vistos por encima de todo”, asegura la arquitecta. Se convirtió en un proyecto casi arqueológico con tal de restaurarlos y que quedaran lo más intactos posible. Y aparecieron más paredes de ladrillo visto. Una, en muy buen estado, la dejaron vista.
“Y para dar protagonismo a estos dos elementos, que estaban colocados en paralelo, ubicamos el comedor en la zona central. Era un espa cio acotado pero, al estar tan abierto, decidimos dejarlo como ‘el rincón aco gedor de la casa’, que funcionara como espacio para comer pero a su vez fuera el de lectura, trabajo de los niños, de manualidades, etc.”, comenta Anna.
En el otro lado de la vivienda, se dispuso la cocina, decantándose por un diseño en color negro, levantada y sin zócalo, para darle más ligereza, ya que el color era muy atrevido. Y con el fin de lograr más empaque estético en el espacio, Anna proyectó un suelo de hormigón sin juntas, que aligera y aporta un poco de sobriedad y que convive y se funde con la zona del salón. Este último - ocupa casi todo el ancho de las dos fincas unidas- , para no sobrecargar este espacio, poder trabajar en una línea ligera y evitar una imagen industrial, se optó por paredes y techos blancos. También algunas de las piezas más importantes de este ambiente.
El toque de calidez proviene de la madera, con ligeras piezas por doquier y con la encimera de la cocina o la mesa del comedor como focos principales.
Con todo, Anna afrontó el proyecto teniendo en cuenta la premisa de sus propietarios: no crear una vivienda sofisticada; aunque no lo tuvo fácil, debi do a las texturas de los elementos encontrados, que la hacían muy industrial; así que “intentamos neutralizarlo al máximo y aportar minimalismo como punto intermedio”, asegura. Y creemos que lo ha conseguido.
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