Las peticiones de la propietaria eran claras, nunca mejor dicho: "Queremos un interior totalmente blanco para que, al llegar de la ciudad y entrar en casa, podamos sumergirnos en un templo de pureza". Así lo explica la interiorista Olga Manakova, la autora del proyecto de esta casa minimalista de 500 metros cuadrados, situada a las afueras de Moscú.
Los dueños son una pareja francesa que viajan mucho a la capital moscovita por trabajo y, aunque ya tenían un piso en el centro, se enamoraron de esta casa que adquirieron cuando estaba a medio reformar, por lo que el proyecto se pudo adaptar completamente al estilo de vida de los nuevos propietarios, unos estetas de gustos refinados, altamente cultos y hedonistas.

La mitad de la primera planta de la casa está ocupada por la gran suite.
Foto: ©Mikhail Loskutov - Estilismo: Natalya Yagofarova
Compuesta de dos plantas, destaca especialmente su diseño arquitectónico de formas limpias, atendiendo al deseo de crear espacios elegantes, despejados y modernos. "Pero, como decoradora, no pude resistirme a incorporar detalles y técnicas de cierta complejidad", confiesa Manakova, y para ello se inspiró en el diseño francés de los años 30, una influencia que se evidencia en la selección de materiales, como el alabastro, la paja, el pergamino o la chapa de sicómoro.
De hecho, en todo el proyecto se utilizaron únicamente materiales naturales, destacando, sobre todo, el travertino en suelos y marcos de puertas, así como en la mesa del comedor, un placer táctil del que disfrutan mucho los propietarios.

El deseo de los propietarios de sumergirse en un templo al llegar a casa tiene su máxima expresión en el spa privado con piscina y hammam.
Foto: ©Mikhail Loskutov - Estilismo: Natalya Yagofarova
Pese a las preferencias iniciales por un 'total white' y aun siendo el tono predominante, durante el proceso de trabajo se introdujeron tonos cálidos, encabezados por el travertino, y bastantes toques negros para generar contrastes elegantes. En general, todo el interior se ve muy armonioso y amplio porque la interiorista estructuró todo el espacio en torno a ejes en los que fue situando los muebles, las lámparas y las puertas, gracias al considerable tamaño de las estancias.
Prueba de ello es que la mitad de la planta baja fue completamente reconstruida para crear un spa con piscina y hammam, y la mitad de la planta superior está destinada a la habitación principal con su vestidor y baño. El resto está ocupada por el despacho y los dormitorios de invitados.