En decoración, la percepción de nuestro espacio es casi ta importante como los metros cuadrados con los que cuenta. A menudo, pequeñas decisiones - como el color de una pared o la elección del mobiliario - pueden modificar pro completo cómo se siente una estancia: más amplia, más acogedora, más equilibrada... Y aunque existen múltiples recursos para conseguirlo, hay una estrategia en particular que, por su sencillez y efectividad, se está convirtiendo en la favorita de muchos expertos. No requiere reformas, ni grandes inversiones, y, sin embargo, tiene el poder de transformar radicalmente cualquier interior.
Óscar Betancor, interiorista de Jameos Estudio, busca constantemente formas conscientes de mejorar este mundo a través del diseño de interiores intencional y significativo. Como él mismo dice desde un punto de vista irónico, su trabajo - y pasión - consiste en transformar espacios de 'meh' a 'wow'. Para empezar a hacerlo, el primer paso es eliminar los errores frecuentes que tanto ve en sus clientes, como colores oscuros en paredes y muebles muy grandes en lugares equivocados: "Crees que se ve superelegante, pero en realidad está absorbiendo toda la luz natural y haciendo que el espacio se sienta cerrado y muy pesado", dice.
A partir de este punto, nos confiesa el truco esencial que hará que no tengas que recurrir, ni siquiera, a un profesional (aunque siempre te aconsejamos que lo hagas). Se trata de pintar y elegir los muebles, paredes y accesorios en los mismos tonos cromáticos, conseguirá transformar por completo cualquier estancia. Según explica el interiorista, "el secreto está en usar diferentes tonos dentro de una misma familia de colores para forjar un sentido de profundidad y dimensión".
Tonos monocromáticos, el secreto para dar amplitud visual a espacios reducidos
Lejos de lo que podría parecer un consejo simplista, la propuesta de Betancor se apoya en una estrategia bien pensada: usar diferentes tonos dentro de una misma familia cromática, es trabajar con una paleta coherente, pero con variaciones sutiles que aporten matices y profundidad. El resultado no es una habitación monótona y aburrida, sino más bien un entorno lleno de matices que, sin saturar, transmite armonía y sofisticación.
Así, el primer paso, es elegir un color base (un beige, un verde oliva, un gris cálido...), y luego jugar con sus matices más claros y más oscuros. Esta técnica recibe un nombre concreto, monocromía matizada, y no solo aporta profundidad, sino que permite que cada elemento aporte su propia personalidad sin romper la armonía general (una butaca de lino, una pared con textura, una lámpara metálica...).

Foto: N.Manso Realización: Beatriz Aparicio Interiorismo: Anna Alegre Studio
Se traduce en confort visual
Cada material aporta su textura, brillo y carácter único, contribuyendo a un espacio único y con capas. El contraste mínimo entre elementos, hace que el ojo no se detenga en algo específico, dándole continuidad visual al espacio. Así, el confort visual es innegable, pues se produce una placentera sensación de orden y tranquilidad. Al eliminar esas rupturas cromáticas entre estructuras y superficies, la mirada fluye sin interrupciones. Esto permite crear esa ilusión de mayor amplitud, especialmente útil en estancias pequeñas o con poca luz natural.
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