Recorrer Oporto es como sentirte en un verano permanente. Feelings de pueblo costero, el sol bajando muy lento y las gaviotas cantando de un lado a otro. Pero de repente, al doblar una esquina, llegas a un cruce de cuestas infinitas bañadas en baldosas de colores. Avenidas que parecen no tener fin, pero que terminan en la calma del Río Duero con una copa de vino entre las manos. No hay nada más bonito que llegar a un país y sentirte como en casa. O quizá sí: visitarlo mientras haces vida rodeado de belleza. Esto es lo que ocurre en Porto, y parte de la culpa la tienen los miles de azulejos que inundan la ciudad.

Los hay de todos los colores, con todo tipo de dibujos, formas y composiciones. A veces se repiten, otras forman juntos una escena emblemática de la historia. Portugal es sin lugar a dudas el país con más azulejos del mundo. Pero vamos más allá del mero ranking: aquí el azulejo es identidad cultural. Patrimonio mundial, además. Y es que, desde que lo popularizaron a principios del siglo XVI gracias a las técnicas morisco-hispanas (traídas de Sevilla y Toledo), este arte pasó del uso exclusivo en diseño, figuración y ornamento a una democratización que benefició a la vida cotidiana de todos los portugueses.

 

 

Pero la decoración con azulejos ha saltado las fronteras y ha contagiado al mundo del interiorismo, que bebe de su arte y técnica. Decorar con azulejos es una idea de decoración que nos recuerda a las casas rústicas, pero que ahora se convierte en una tendencia. La vemos en baños, cocinas, pero también en salones y comedores. Los suelos hidráulicos son un claro ejemplo, pero hay muchos más.

Los azulejos son una lengua decorativa única que nos lleva del pasado al presente mientras recorremos Oporto, no sólo apareciendo en iglesias y edificios históricos, también en murales de artistas contemporáneos que continúan la tradición desde una mirada diferente. ¿Nos vamos de ruta?

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Capilla de las Almas, un muro de azulejos para las fotos

Azulejos azules en la Capilla de las Almas en Oporto

Dominik Kuhn para Unsplash

Capilla de las Almas, un muro de azulejos para las fotos

First things first: empieza con un buen chute de café de especialidad en Combi, una de las cafeterías más tranquilas y con buen rollo del barrio de Bonfim. Sube por Rua Dr. Alves da Veiga, gira a la izquierda por Rua de Fernandes Tomás y déjate caer hasta la Capilla de las Almas. Esta pequeña y encantadora capilla fue construida en el siglo XVII y recubierta en 1929 por Eduardo Leite con 15.947 azulejos azules en su fachada, mostrando escenas de la vida de San Francisco de Asís (también su muerte) y Santa Catalina (el Martirio). Aquí siempre cae una foto. Y si no, siempre puede caer un pastel de nata en el Café Majestic, que está muy cerquita. Sin duda otro de los rincones más bonitos de la ciudad.

Miles de azulejos en la Iglesia de San Ildefonso

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Iglesia de San Ildefonso, azulejos y cotidianidad

Baja por Santa Catalina y acércate poco a poco hasta la Iglesia de San Ildefonso. Una auténtica maravilla obra de Jorge Colaço que cuenta escenas de la vida del Santo y alegorías de la Eucaristía. 11.000 azulejos levantados en 1932 que nos dejan una escena de las que no se olvidan.

Y es que, aunque todavía quedan muchos azulejos por ver, el enclave en el que nos encontramos, en plena Praça da Batalha, nos regala casi a cualquier hora del día una cotidianidad entrañable, donde señoras portuguesas vuelven de los recados y los niños se entretienen jugando.

Iglesia de los Congregados de fachada barroca y azulejos azules y amarillos

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Iglesia de San Antonio de los Congregados, azulejos en azul y amarillo

Ahora bajemos por Rua de 31 de Janeiro hasta llegar a la famosa Plaza de la Libertad, donde te vas a encontrar con la Igreja Sao Antonio dos Congregados. Una fachada barroca de grandes ventanales donde Jorge Colaço narró la vida de San Antonio a través de azulejos azules (y como dato curioso, también amarillos aún bien conservados).

Estación de Sao Bento en Oporto

Marina Maliuti para Unsplash

Azulejos en las estaciones

Una imagen de postal que nos lleva a la siguiente parada, la emblemática Estación de Sao Bento. Probablemente una de las más bonitas del mundo. Edificio neoclásico convertido en centro neurálgico, decorado por Jorge Colaço con 20.000 azulejos donde vemos las escenas más importantes de la historia portuguesa y de la evolución en los transportes del país

La Catedral Sé do Porto, fortaleza medieval con obras de azulejos

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Sé do Porto, LA obra de azulejos que ver

¿Siguiente parada? Sé do Porto, la Catedral de la ciudad. Fortaleza medieval levantada en el siglo XII y convertida al barroco, donde custodian unas impresionantes vistas al casco histórico medieval, nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996. En ella tenemos otra parada obligatoria: su claustro, ubicado en la segunda planta, que alberga el Cantar de los cantares, una de las más importantes obras de azulejos de Portugal.

Iglesia do Carmo realizada en granito de estilo rococó

Woody van der Straeten para Unsplash

Iglesia do Carmo, azulejos rococós

Dicen que todo lo que sube vuelve a bajar, pero, ¿por qué no va a subir todo lo que baje? Hacemos un poco de pierna y tomamos de nuevo Ferreira Borges hasta el Miradouro da Vitoria. Paramos un momento para respirar y apreciar las vistas. Sigue por Rua de Sao Bento da Vitoria y Rua do Dr. Ferreira da Silva, llegando a la Plaza Gomes Texeira y a dos puntos imprescindibles en nuestra ruta.

Por un lado, la Caja de Depósitos, donde guardan decenas de muestras de azulejos, expuestos y clasificados. A su lado tenemos la Iglesia do Carmo (Iglesia del Carmen), una de las más bonitas e importantes de Oporto. Su fachada principal está hecha de granito y es de estilo rococó, pero en la parte lateral llega otra maravilla para el recuerdo: un imponente mural de azulejos obra de Silvestre Silvestri y colocados en 1912.

Mural moderno, obra de la artista Joana Vasconcelos

Beatriz Jarauta

Azulejos modernos hechos arte

Movámonos de siglo hasta un mural de azulejos contemporáneo. ¿Paramos antes a comer? Sal de Iglesia do Carmo y al cruzar la calle entra al restaurante A Tasquinha, uno de esos locales de manteles cuadrados, alboroto y buena cocina portuguesa. Sus buñuelos de bacalao, la lubina o el pulpo son una auténtica delicia.

Al salir rodea la iglesia en la que acabamos de estar y ve a la hamburguesería Steak’n Shake que está en Rua Actor Joao Guedes con Rua de Sá de Noronha. No, ¡no vamos a comer otra vez! Estamos en uno de nuestros últimos destinos: el más colorido e instagrameable mural de 20 metros de ancho obra de la artista Joana Vasconcelos. 8.000 azulejos pintados a mano y colocados en 2017 dando como resultado una vorágine de líneas curvas y formas que sin duda refrescan esa decadencia propia de la ciudad.

Tranvía en Oporto decorado con azulejos azules

Eugene Zhyvchik para Unsplash

Tranvías con azulejos

Tierra de tranvías y cuestas abruptas, Oporto decora con azulejos, incluso el transporte público. No te extrañará ver vagones de madera con románticos azulejos de flores azules. ¿Hay algún medio de transporte más bonito y nostálgico que este? Una auténtica joya que transporta (además de pasajeros) cultura, historia y diseño. 

Taller Feito a Mao Porto, lugar tradicional artesanal

Portal de Cidade

Talleres cerámicos con historia

Nuestra última parada es el sitio al que ir a pecar. Te hablamos del taller Feito a Mao Porto, donde artesanos locales reinventan con cariño la tradición del azulejo. Todos y cada uno de ellos hechos a mano solo con técnicas tradicionales. ¿El resultado? Piezas contemporáneas únicas, ideales para llevarte un recuerdo a casa y acordarse cada vez que las mires de una de las tradiciones artesanales más cool del mundo.