Al ritmo que dicta la moda, las tendencias en interiorismo y decoración se multiplican, aceleran, superponen, radicalizan y, o bien acaban imponiéndose, o bien se diluyen. Nos acercamos a cuatro corrientes que triunfanOn y Offline para analizarlas en profundidad. 

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Rouge Absolu

Cluttercore

Proveniente del inglés, el término clutter podría traducirse por ‘desorden’, y el neologismo que da nombre a la primera de nuestras tendencias hace referencia a atmósferas ricas y atractivas, cargadas de personalidad pero con un punto caótico y el exceso como denominador común.

No se trata, por tanto, de un estilo sino más bien de una filosofía de vida. Maximalista, claro. “Más es más”, siguiendo la fórmula de reacción contra la armonía, el orden y la contención racionalistas. Por tanto, existe desde hace siglos, aunque hayan sido los millones de visualizaciones del hashtag en TikTok y las decenas de miles de tags en Instagram los responsables de haberla empujado a la popularidad global.

A su favor, la voluntad de expresar una personalidad auténtica, rodearnos de todo aquello que nos hace felices y reivindicar sin complejos la diferencia. Ahora, conseguir un caos perfectamente organizado de libros, cuadros, muebles, objetos decorativos, colecciones varias, etc., etc., etc., no está en manos de cualquiera, y corremos el peligro de que el deseado stendhalazo acabe siendo un simple mareo de agobio acumulativo.

Axel Vervoordt

Lujo silencioso

Presentada como la antítesis del maximalismo dentro del privilegiado ámbito del lujo, lo que los anglosajones denominan quiet luxury persigue ante todo la discreción y la atemporalidad. De ahí el adjetivo de ‘silencioso’ (o ‘callado’, que otros prefieren).

Nos encontramos ante un concepto de lujo radicalmente distinto al que nos habíamos acostumbrado desde el boom de los logos allá por los años 90 del siglo pasado, que rechaza toda ostentación de estatus. Y la suya es una riqueza igualmente exclusiva, pero sin estridencias: elegantemente austera, bien mesurada y casi secreta. Espacios limpios y fluidos que transmiten inmediatamente confort y bienestar y en los que las piezas de mobiliario y los objetos decorativos ceden todo el protagonismo a los materiales, de altísima calidad, y las texturas, naturales y, por tanto, bellamente imperfectas. Como los que ha convertido en trending topic la serie televisiva Succession.

Un antiguo proverbio asegura que el dinero habla, mientras que la riqueza susurra; eso es. Exactamente eso.

ESTUDIO RECIENTE

Minimalismo colorido

Puede que fuese mejor hablar de ‘esencialismo’ y evitar así los torpes –y hasta sospechosos– tópicos acumulados entorno al concepto mental de minimalismo, pero la etiqueta describe muy gráficamente una corriente que pone en juego el color para marcar un acento expresivo que nada tiene que ver con la frialdad y el desapasionamiento del gusto por el vacío. Más bien todo lo contrario. Claro que a estas alturas no debería quedar ninguna duda de que ser minimalistas no nos obliga a vivir en hogares sin apenas muebles y con todas las paredes inmaculadamente blancas, sino a centrarnos en aquello que es vital para nosotros –desde nuestra propia individualidad– en un empeño parecido a una (siempre adecuada) terapia antimaterialista.

Impecables cajas con detalles arquitectónicos singulares, materiales nobilísimos utilizados con sobriedad, pocas piezas muy seleccionadas y combinadas con rigor y una paleta de colores vibrantes, aplicados con tanta sutileza como valor, en contraste con grandes superficies monocromas neutras. O, en otras palabras, todo, pero en su justa medida. ¿Quién podría negarse?

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Japandi

Producida, como su propio nombre indica, por la hibridación de elementos de las históricas tradiciones del diseño japonés –como la armonía zen o la apreciación de la belleza en la imperfección– y danés –especialmente el culto a la funcionalidad, sus líneas simples y el compromiso con la durabilidad–, los orígenes de la tendencia ‘japandi’ no están ni mucho menos cercanos en el tiempo.

Hace unos 150 años un grupo de arquitectos, diseñadores y artistas del país escandinavo viajaron a Japón, donde descubrieron, entre otras muchas cosas, la cosmovisión wabi-sabi, que celebra la calidez de lo natural, el valor de lo artesanal y la pátina que acompaña inexorablemente al paso del tiempo. Y la conectaron con su hygge, una actitud vital que apuesta por la felicidad humana en ambientes sencillos y funcionales, muy acogedores, cálidos y reconfortantes.

La semilla estaba plantada, aunque no florecería hasta nuestro siglo XXI. Materiales, formas, colores y acabados traen la organicidad de la naturaleza al interior de nuestros hogares, convertidos ahora en felices templos personales y familiares. Lo mejor de los dos mundos.