Los propietarios conocían la zona de Llerena (Badajoz) desde siempre, ya que tenían familia cerca y habían disfrutado del lugar durante mucho tiempo. Les gustaba tanto que decidieron comprar una finca para instalarse allí los fines de semana y en largos períodos de vacaciones. No había mucha oferta y lo que encontraban no se ajustaba a sus necesidades, pero no desistieron. Fruto de esa espera dieron con lo que tanto anhelaban: el cortijo soñado.
Cuando lo vieron, tuvieron un flechazo, sobre todo, con la forma de los techos y las cúpulas; además, no requería mucha reforma. “La intervención que hicimos fue muy sutil en cuanto a obra, ya que nuestro objetivo era mantener al máximo su estética original”, cuentan Marta y Beatriz Echevarrieta, fundadoras del estudio de arquitectura e interiorismo Borgia Conti. Fue así cómo decidieron mantener la distribución existente y adaptar cada estancia, solucionar los desperfectos, cambiar las carpinterías y pintar las paredes.
La intervención de obra fue muy sutil, ya que queríamos mantener la estética original de un cortijo tradicional, pero lo actualizamos con un diseño renovado y acogedor
- Marta y Beatriz Echevarrieta, interioristas
También, y en la línea de conservación, se decantaron por mantener el suelo de barro original. Pero eso les llevaba a otro plano importante y retante: ajustar la casa a un nuevo tiempo y con unas necesidades específicas. “Conseguir el resultado deseado fue difícil, porque sólo con cambios en decoración teníamos que conseguir darle esplendor”, cuenta Marta. A lo que Beatriz añade: “La mayor dificultad fue evitar que el espacio nos quedara frío o plano. Además, queríamos potenciar las líneas y formas más características del cortijo –cabe recordar que sus propietarios se enamoraron de los techos con arcos y las cúpulas–”. Así que apostaron por aliarse con la luz natural, potenciando su recorrido por todas las estancias.
“Dado que las entradas de luz eran pequeñas y no podía mos realizar obra, escogimos el color blanco como predominante en paredes y techos para dar especial énfasis a esas líneas arquitectónicas tan especiales del cortijo. Con esta elección conseguimos reflejar la máxima luz posible en el interior, ya que rebota y crea claroscuros por todas las bóvedas y diferentes estancias”, comentan las interioristas.
En cuanto a la decoración, siguieron esas mismas premisas: “Los toques de color los dábamos en cada estancia con las carpinterías verdes que, en contraste con los blancos, resaltaban cada ventana o puerta como si fueran cuadros. En el mobiliario y los textiles, seguimos con colores que inspiraran calma pero añadiendo notas más vivas. Y elegimos papeles pintados divertidos y elegantes”, concluyen las interioristas.
Todo ello confluye en un hogar de vacaciones ajustado a las necesidades de sus propietarios y en consonancia con sus gustos personales.