Al igual que muchos otros elementos procedentes de culturas orientales que hemos adoptado a la decoración que nuestros hogares en Occidente, los conocidos tatamis y futones japoneses llevan ya muchos años siendo una alternativa práctica a las camas tradicionales. Por mucho tiempo que pase, además, no pierden su carácter único y original, y son una opción que no puede faltar si queremos decorar nuestra casa al más puro estilo zen.
Los materiales naturales, los colores neutros y las líneas sencillas con los que están elaborados, además, transmiten calma y facilitan el descanso. De hecho, más allá de la estética, muchos expertos en salud defienden los múltiples beneficios de dormir sobre la superficie firme que proporciona un tatami o futón.
Pese a las adaptaciones de los tatamis cama que hemos realizado en Occidente, los modelos más tradicionales están compuestos en realidad por un tipo especial de tapiz de 5 cm de grosor, elaborado con módulos de paja de arroz prensada, y recubiertos en su parte superior por una fina esterilla de junco que se remata con un brocado o una sencilla banda de color oscuro.
Originalmente, además, los tatamis cama se encontraban sólo en las casas japonesas de las clases altas, pero en la actualidad los hogares japoneses suelen contar al menos con una habitación pavimentada con tatamis, para celebrar la famosa ceremonia del té o para recibir a los invitados.
Los colchones que se colocan sobre el tatami son los conocidos futones, y en su versión japonesa tienen un grosor aproximado de 5 cm de altura. Están especialmente diseñados para poder plegarse y almacenarse durante el día, permitiendo así que la habitación pueda ser utilizada para otras actividades.
Debido a que los occidentales solemos concebir el dormitorio sólo para un uso, con el tiempo se han desarrollado unas estructuras especiales un poco elevadas que cumplen con la misma función que el tatami, y que al ser muy bajas también transmiten esa sensación de dormir directamente sobre el suelo. Estos tipos de tatamis suelen disponer de un somier de lamas de madera, lo que favorece la ventilación del futón y lo aísla de la humedad, el frío y el calor.
En cuanto a los futones, a diferencia de sus variantes japonesas, los nuestros suelen ser mucho más gruesos, y se asemejan a los colchones habituales (aproximadamente 12 cm). Los futones tradicionales se fabrican en algodón, pero también existen modelos que intercalan capas de látex natural, con los que se obtiene una base más blanda e indeformable.
Si dispones de poco espacio, los tatamis cama pueden ser también una opción ideal, ya que se adaptan mejor al espacio y, en última instancia, se pueden reubicar fácilmente en la casa. Su estética de inspiración japonesa y su diseño minimalista, además, aportan una sensación de amplitud que resulta ideal cuando se disponen de pocos metros en el dormitorio.
Si la idea de tener un tatami cama en casa te ha convencido, aquí tienes son algunos de los diferentes modelos que puedes encontrar hoy en el mercado: