Cuando éramos niños, todos (o la gran mayoría) hemos sentido alguna vez temor a la oscuridad, a ese desconocido mundo de sombras que se cierne sobre nosotros noche tras noche. De hecho, el sentido del miedo es uno de los primeros que sentimos a medida que se desarrolla nuestra capacidad mental, e incluso es recomendable que todo niño pequeño sienta cierto temor y se acostumbre a éste.
Ahí es donde entran las lámparas de luz nocturna, también conocidas como lámparas quitamiedos, una herramienta que nos ayuda a que los más pequeños se sientan tranquilos y confiados al meterse en la cama, para que se sientan más acompañados y se vayan acostumbrando poco a poco a la oscuridad.
¿Qué caracteriza a las lámparas de luz nocturna?
Lo primero que identifica a este tipo de lámparas es que emiten una luz mucho más tenue que la de una lámpara tradicional, ya que están diseñadas para no interferir con nuestros ciclos de sueño. Como comentábamos, su diseño está en general orientado a niños de edades tempranas, y por este motivo es muy habitual encontrar cientos de modelos con una inspiración infantil, lo que las convierte en un complemento ideal para la decoración de la habitación de los más pequeños.
No obstante, también existen modelos “más sobrios” y adaptables a cualquier tipo de habitación. En el caso de los adultos, la luz nocturna puede resultar muy útil para aquellos que necesiten hacer visitas nocturnas frecuentes al baño, o para que la gente de más edad y con facilidad para desorientarse durante la noche se sienta más tranquila.
¿Qué colores son los más apropiados?
Una de las dudas más frecuentes que suele surgir a la hora de comprar una luz quitamiedos, es acerca de cuál es el color óptimo. Hoy en día existe en el mercado una gran variedad de lámparas: las hay tanto de un solo color como aquellas que combinan diferentes gamas cromáticas que permiten también ajustar la intensidad de la luz.
En general, muchos aconsejan apostar por tonalidades amarillas, anaranjadas o verdosas, puesto que se cree que tienen un poder más relajante. Sin embargo, lo cierto es que cualquier gama cromática puede ser la adecuada para caer en los brazos de Morfeo, siempre y cuando la intensidad sea lo suficientemente tenue.
El diseño y el material también son importantes
Una vez nos hayamos decantado por un color, hay otros factores que también podemos tener en cuenta a la hora de comprar una lámpara de luz nocturna, como son el diseño y el material con el que están fabricadas. A la hora de decantarnos por un diseño u otro, podemos encontrar desde modelos muy tradicionales hasta propuestas más creativas y originales. En este aspecto, hay que considerar la edad del niño o del adulto y escoger el modelo que más se ajuste a ellos.
En lo que respecta al material de fabricación, se trata de un elemento imprescindible, especialmente cuando los niños son bebés y se encuentran en esa fase de llevárselo todo a la boca. Para ellos, conviene apostar siempre por materiales resistentes, irrompibles y de textura suave, de modo que para nuestro bebé sea simplemente como un juguete más. Los materiales más comunes para bebés son la silicona, el plexiglás o el polipropileno. En cualquier caso, lo más importante es comprobar que el producto cuente con el certificado CE.
Por último, otro factor que cabe destacar es el tipo de tecnología de la lámpara: los últimos modelos disponen de tecnología LED, que proporciona un consumo más bajo y mayor durabilidad. Por otro lado, al consumir menos, se trata de un tipo de bombilla que no se recalienta, por lo que es también más seguro para el público infantil.