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Cómo limpiar (y mantener) los suelos de toda la casa para que luzcan impecables y desinfectados

Ni todos los pavimentos son iguales ni se limpian igual. Descubre cómo hacerlo, según el material y pon en forma tus suelos de manera sencilla y efectiva, para que siempre parezcan nuevos.

Fotografía: Keraben
Fotografía: Keraben

Una buena limpieza y un correcto mantenimiento son la mejor manera de hacer más higiénico y seguro tu pavimento, al mismo tiempo que le quitas años. Antes de entrar en materia, es preciso que sigas unas pautas generales que te ayudarán a que se ensucie menos. Evidentemente, dejar los tacones de aguja en el zapatero de la entrada es el primer paso.

  • Dado que el 80% de la suciedad procede del exterior, coloca un felpudo fuera de casa y otro dentro para que el polvo y el barro no traspasen la entrada. 
  • Pon almohadillas protectoras debajo de los muebles pesados y las patas de las sillas, que eviten arañazos y surcos indeseados.
  • Recorta las uñas de tu mascota: pueden hacer rayones profundos. 
  • Aspira a diario, ya que la arena y los restos, pueden actuar como lijas y arañar la superficie. Para eliminar bien el polvo entre las baldosas o las lamas, succiona a velocidad máxima. Si prefieres la escoba, recuerda que debes barrer en zigzag o en S, para que sea realmente efectivo. 
  • Si toca limpieza general de una estancia, recuerda que  el orden correcto es primero el suelo y luego los muebles. Nunca al revés. 
  • A pesar de tus buenas intenciones, no abras puertas y ventanas para que seque, ya que el polvo se fijará en lo mojado y el trabajo anterior, no habrá valido para nada.

Sobre el autor

Lola Marquez

Periodista

Llegué al mundo de la decoración y el diseño de casualidad y me quedé para siempre. Y, a pesar de que han transcurrido muchos, muchos años (como en los cuentos), sigo viendo, leyendo y, por supuesto, escribiendo con la misma ilusión y las mismas ganas. He tenido etapas, como todas, he cambiado de estilo y he sustituido en mi corazón ‘deco’ los suelos de madera por el papel pintado, aunque sigo guardando un lugar especial para un buen sofá: será cosa de la horizontalidad. También he comprobado que el amor verdadero por la decoración se pega y se transmite de generación en generación. Para comprobarlo, basta con ver las habitaciones de mis hijas y recordar el recibidor de mi infancia.