En el conjunto de una vivienda, sea del tipo que sea, hay un elemento que es imprescindible y este son las puertas. Puede haber la excepción de un loft, que se caracteriza por sus espacios diáfanos de usos compartidos, pero ni aún así, porque siempre hay la necesidad, como mínimo, de separar el baño. Así pues, estamos de acuerdo que las puertas forman parte de cualquier proyecto de interiorismo y decoración.
Y como suele suceder en este sector, la amplia variedad de modelos caracteriza también a las puertas. Estamos hablando de acabados, colores, estilos, materiales, diseños, etc. Incluso de medidas, ya que a veces se requiere que se hagan ‘ad-hoc’. Y luego ya entramos en el campo de la tipología y es ahí donde, entre otras, encontramos las puertas correderas, frente a las abatibles, más habituales.
Foto: Leira Designs © María Pujol
Lo primero que hay que hacer es valorar cada caso en concreto, y mejor de la mano de un profesional especializado o un interiorista, ya que no siempre las correderas son viables, por más que nos gusten. Hablamos a efectos de instalación. Siempre es más fácil cuando se trata de una reforma integral, porque si la queremos oculta dentro de la pared, se requiere hacer obra. Además, hay que tener en cuenta que por dicha pared no pasen instalaciones eléctricas o tomas de agua, ni quieras colgar nada.
La otra opción, si solo vas a cambiar la puerta y la quieres corredera, es que ésta resulte visible, es decir, que vaya sobrepuesta a la pared y con los raíles vistos también. Y no por ello es menos estética, ya que en según qué estilos de vivienda, pueden quedar muy bonitas buscando precisamente ese efecto ‘a la vista’.
Foto: iStock
Ventajas de las puertas correderas
- Sirven para conectar y/o separar estancias, según nos interese en cada momento, algo que aporta dinamismo a los espacios.
- Al ir de suelo a techo, y sobre todo si se ocultan en la pared, dejan un espacio de paso totalmente abierto y amplio, favoreciendo la continuidad visual cuando están abiertas.
- Optimizan el espacio interior de cualquier estancia, ya que una puerta abatible deja ‘muerto’ un metro cuadrado en el recorrido de su arco de apertura.
- Ofrecen una gran diversidad de acabados para adecuarse al estilo decorativo de la vivienda o al tipo de estancia.
- Pensando en el diseño y la estética, se recomiendan que sean del mismo color que la pared para una mejor integración, aunque siempre se puede buscar el efecto contrario con el contraste.
Foto: CirculoCuadrado © Luis González, Apolinart
Desventajas de las puertas correderas
- Lo primero es tener en cuenta su instalación -oculta en la pared o a la vista-, porque la primera requiere de hacer obra a partir de un doble tabique.
- El espacio que necesita la puerta corredera sustituye una pared, lo que significa que en esa estancia hay menos superficie mural para aprovechar (para apoyar cualquier mueble, por ejemplo).
- Y en aquella pared donde se oculta la puerta corredera, tampoco se puede utilizar para colgar nada (cuadros, estanterías, espejos, etc.) ni para pasar instalaciones.
- Su cierre no es estanco, lo que significa que puede haber filtración de diferente naturaleza: ruidos, olores y temperaturas, la mayoría de ellas relacionadas con el confort y la intimidad en casa.
- Son más caras que las abatibles, no por la propia puerta, sino porque hay que añadir el trabajo de la obra.
- La puerta corredera a la vista, puede resultar más económica, pero se mantiene el problema de no poder utilizar tampoco el espacio de pared que ocupa.
- No resultan cómodas de manipular, ya que el tirador es menos ergonómico que una manilla y siempre vas a necesitar de la mano para abrirla o cerrarla.
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