Es llegar el mes de diciembre y todo aparece decorado y con luces y los árboles navideños se reparten por todas partes. Desde las casas particulares a todos los rincones de nuestra ciudad. Igual nunca te has parado a pensar cuál es origen de esta costumbre desde hace siglos que consiste en colocar ese abeto tan especial, adornarlo y colocar regalos para toda la familia debajo del mismo. 

 

 

La antigua Roma

Tenemos que hacer un viaje en el tiempo hasta el solsticio de invierno, fecha clave para algunos pueblos antiguos como fueron los romanos, los escandinavos, la cultura de los celtas...  Precisamente alrededor de esa fecha, concretamente el 17 de diciembre en la antigua Roma se celebraba la fiesta de Saturnalia dedicada a Saturno, el dios de la agricultura y las cosechas.

Navidad

 Precisamente era tradición que durante esta fiesta todas las casas estuviesen decoradas con plantas y con velas para expresar el deseo de estos romanos de que llegaran días más luminosos y se dejaran atrás las jornadas más oscuras y frías tan propias del invierno. Ahí es como poco a poco se fueron decorando árboles similares a los que ahora vemos en Navidad para pedir ese deseo de que volviese el sol y la vegetación floreciese con la primavera. 

 

 

Frey y los vikingos

Pero como en todo, las leyendas aparecen en cada pueblo y cultura. Así, mientras, los vikingos celebraban el día 26 de diciembre el nacimiento de Frey, que no era otro que el dios del sol y de la lluvia y señor de la vegetación. Un dios cuya connotación era muy similar a la de Saturno que acabamos de conocer de los romanos. Para celebrar ese nacimiento, cada año se adornaba un árbol que fuese de perenne, el Yggdrasil o árbol del Universo, con una forma acabada en punta como si de un abeto de Navidad se tratase. Precisamente, este detalle no quedó en el olvido para los primeros cristianos que llegaron a esos países nórdicos. 

 

 

San Bonifacio y su abeto

Así fue como el cristianismo tomó como suyas, esos sí con algún que otro cambio, esas costumbres paganas ante la imposibilidad de erradicarlas ya que no entendía que se rindiera culto a un árbol que nada tenía de sentido religioso. Sin embargo, un obispo germano de nombre San Bonifacio ofreció al pueblo, tras leer el Evangelio, un abeto como símbolo de la paz que "representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes" y porque su copa "señala al cielo".

Además, lo adornó con manzanas y con velas y así fue como poco a poco esta tradición se fue uniendo a la tradición actual de nuestro conocido árbol de Navidad. 

Navidad

 

 

¿Dónde se erigió el primer árbol de Navidad?

La respuesta no es sencilla ya que hay dos ciudades bálticas que se disputan ese mérito en sus países: Estonia en 1441 y Letonia en 1510. Con el tiempo, esa tradición del árbol navideño decorado con bolas y guirnaldas se fue extendiendo por el resto del continente: Alemania en 1605, Finlandia en 1800, en Inglaterra se hizo en 1829 y en el Castillo de Windsor se vio por primera vez en 1841 gracias al príncipe Alberto, esposo de la reina Victoria.

¿Y en España? Se sabe que la primera persona que puso un árbol de Navidad, en el siglo XIX, en nuestro país fue una princesa de origen ruso, Sofia Troubetzkoy, que además era viuda de un hermanastro de Napoleón y estaba casada en segundas nupcias con José Osorio, aristócrata, político y militar español.