Las flores preservadas han conquistado un lugar destacado dentro del mundo floral. Cada vez las vemos más frecuentemente en bodas, escaparates, y también en las editoriales de decoración más destacadas. Sin embargo, a pesar de su creciente popularidad, siguen circulando mitos en torno a ellas. Estas flores son naturales, pero al pasar por un proceso de preservación - normalmente a base de glicerina vegetal y colorantes naturales - mantienen su aspecto fresco durante meses e incluso años, sin necesidad de agua ni luz solar directa.
A diferencia de las flores secas, que pierden color y fragilidad con el tiempo, las preservadas conservan su textura, volumen e incluso color, como si acabaran de ser cortadas. Muchas personas creen que, por esta razón, pueden llegar a ser costosas, pero nada más lejos de la realidad. Ana Alcázar, florista especializada en arte floral de Kihana Studio, nos ha explicado que esta no es la realidad: "No son caras, son una inversión en belleza y decoración", dice.
Los tres mitos sobre las flores preservadas
Decorativamente, tienen muchas ventajas: son perfectas para decorar espacios donde las flores frescas no durarían o requieren un mantenimiento constante, como nuestra casa. Por eso resultan una alternativa ideal para personas con poco tiempo o sin mucha experiencia cuidando plantas. Una vez colocadas, te olvidas de ellas, pero siguen ahí, intactas, aportando color, elegancia y ese toque natural. Ana, además, nos ha detallado los tres mitos más consolidados sobre las flores preservadas para intentar acabar, por fin, con esa creencia.
1. Son eternas
"Las flores preservadas pueden durar entre 2 y 5 años en condiciones óptimas, ¡aunque no son eternas!", cuenta Ana. "Con el cuidado adecuado, lucirán como el primer día durante mucho tiempo. Pequeños detalles marcan una gran diferencia". Y es que, esto a su vez tiene su ventaja, ya que nos permite cambiar de flores y estilo floral con el tiempo, de tal forma que nuestra casa nunca se vea exactamente igual y se vaya actualizando con nuestros nuevos gustos y tendencias.

Foto: CANVA
2. Son caras
El mito más común. Ana nos explica que "las flores preservadas no solo llenan de presencia cualquier espacio, sino que duran mucho más que las frescas" y es por esta razón por lo que muchas personas creen que aumenta su valor. "Cada flor preservada ha pasado por un proceso minucioso que asegura su durabilidad, transformándolas en arte que dura, pero no son caras", explica. Aunque el precio inicial pueda parecer más alto que el de uno fresco, en realidad son una inversión amortizada con el tiempo. Mientras que unas flores frescas duran unos días, estas pueden estar perfecta durante años, sin necesidad de agua ni cuidados.
3. Son flores muertas

Foto: CANVA
No están vivas, pero tampoco están muertas en el sentido tradicional. Están en un estado intermedio: estabilizadas. Al tratarse de flores que han sido cortadas, su vida se interrumpe, "pero las preservadas permiten que su belleza perdure en el tiempo, por lo que no están secas", comenta Ana. Con el tratamiento que se hace, se detienen el proceso de marchitamiento. "Son perfectas para aquellos que desean disfrutar de la naturaleza en su hogar sin preocuparse por el mantenimiento diario".
Después de conocer estos mitos, si estabas dudando entre llenar tu jarrón favorito con flores frescas cada semana o apostar por un ramo que dure años sin perder encanto, tal vez ha llegado el momento de mirar con otros ojos a las flores preservadas. Porque, como dice esta florista, no son solo una tendencia, sino una forma de arte silenciosa, que decora, acompaña y permanece.
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