Para la abuela no hay comparación posible. Lleva toda la vida cocinando con gas y cuando lo ha hecho con vitrocerámica o inducción dice que no le queda igual, que pierde parte del sabor y del encanto. Las nuevas generaciones parece que prefieren la inducción, mucho más rápida y fácil de limpiar, acorde a la vida ajetreada de los jóvenes.
Hay opiniones de todo tipo y no existe una única opción correcta. Debes escoger el que mejor se ajuste a tus necesidades. ¿Tienes mucho tiempo para cocinar? ¿Eres perezoso limpiando? ¿Usas recipientes de barro o de cerámica? ¿Notas la diferencia al paladar cuando cocinas con fuego? ¿Puedes optar por instalar dos sistemas distintos colocando una placa y, al lado, unos fogones? Repasamos las principales ventajas e inconvenientes que presentan los tres sistemas.
Vitrocerámica: sencilla y funcional
El calor se genera mediante unas resistencias eléctricas colocadas bajo la superficie de la placa. Hasta que las resistencias no alcanzan la temperatura adecuada no se empieza a cocinar la comida, así que el proceso es un poco lento. Los dos puntos más fuertes de la vitrocerámica es que es más barata comparada con la inducción y que podemos cocinar sin problemas en cualquier tipo de recipiente.
Algunos de los contras es que consume más energía que la inducción (tarda más tiempo en calentarse) y una vez la apagamos no se enfría rápidamente, ya que queda un calor residual. Esto lo podemos aprovechar para seguir cocinando, pero hay que tener cuidado: podemos quitar la sartén, descuidarnos, apoyar la mano y quemarnos.
Inducción: rápida y segura
En este tipo de placa el calor se genera directamente sobre la base del recipiente mediante un campo magnético (en lugar de las resistencias eléctricas de la vitrocerámica) y de forma casi instantánea. Esta es la principal ventaja de la inducción: si ponemos agua en una olla empezará a hervir en pocos minutos. Al hacer tan rápidamente la función también ahorramos energía respecto a la vitrocerámica.
La inducción es el sistema más seguro ya que si pones la mano por encima de la placa no te quemas. Además, como el calor se genera en la base del recipiente, la comida raramente se va a pegar y nada más acabar podemos pasar un paño para limpiar. Hoy en día están saliendo algunas en el mercado que se pueden programar para que se apaguen cuando nosotros queramos.
La principal desventaja que presenta es que es un método un poco más caro que la vitrocerámica y no podemos usar todo tipo de recipientes: tienen que ser específicos para inducción, por lo que, por ejemplo, los de cerámica o barro no serán compatibles.
Gas: priorizar lo gastronómico
El método más tradicional es el preferido por los profesionales de la cocina y es el que más se usa en los restaurantes. Aunque no lo podemos corroborar (es un tema subjetivo), hay quien dice que la cocina sabe mejor si se cocina con fuego.
La principal desventaja del método es que las tareas de limpieza a veces se convierten en trabajos tediosos y, además, puede existir el riesgo de fuga, con lo que es un sistema menos seguro que los anteriores.