Un nuevo comienzo puede convertirse en una experiencia liberadora y gratificante. Esto fue lo que le ocurrió al diseñador de moda Kenzo Takada cuando vendió su antigua casa de París en la plaza de La Bastilla, subastando gran parte de su contenido, y comenzó el proceso de creación de un nuevo espacio en Saint-Germain de Prés. El resultado es esta vivienda serena y elegante, ubicada en un edificio de estilo Hausmann, donde lo antiguo convive con lo moderno y Oriente se hermana con Occidente.
Salón de la casa de Kenzo en París.
Ubicado en un espacio circular, se viste con una lámpara de Mathieu Lustrerie unos sofás y mesa de centro roja que Kenzo recuperó de su anterior vivienda en París. Cojines de Kenzo Home. Cuadros de Jean Cocteau. Esta zona se encuentra a medio camino entre la biblioteca y el comedor de diario, junto a la cocina.
“Éste fue el primer piso que vi”, cuenta Kenzo. “Visité otros diez más, pero regresé aquí, porque mi sueño era tener una vista de la Torre Eiffel y estar en el barrio de Saint-Germain”, añade. La vivienda prometía, aunque se encontraba excesivamente compartimentada, con muchas habitaciones y pasillos.
Biblioteca de la casa de Kenzo en París.
La biblioteca es una estancia abierta al salón que dispone de una cómoda zona de estar. Las molduras y la chimenea restauradas aportan carácter y calidez al ambiente.
Para Kenzo, el reto fue crear sensación de amplitud y luz dentro de ese laberinto y un sentido de cohesión. Y lo consiguió de la mano del arquitecto Ed Tuttle. “Realmente fue Kenzo quien diseñó su casa, yo sólo le ayudé”, señala. “La vivienda tenía que transformarse por completo y adaptarse a las necesidades del diseñador, así que abrimos los espacios al máximo, respetando las piezas arquitectónicas más valiosas”, añade.
Comedor y cocina de la casa de Kenzo en París.
Esta zona está pensada para las comidas de diario y para el trabajo. Por expreso deseo de Kenzo (“tal vez porque soy japonés”, comenta), predomina el color negro y el cristal. Aquí lo vemos en el parqué restaurado y oscurecido y en la mesa del comedor. Lámpara de Mathieu Lustrerie.
Cada dos o tres habitaciones separadas se convirtieron en una, mientras que el área alrededor de la escalera, que conduce al ático con terraza, se abrió por completo. El resultado es un espacio fluido y con carácter. A la hora de decorarlo, “tuve suerte con el mobiliario –dice Kenzo–. Lo que no subasté de mi anterior vivienda encajó perfectamente en ésta. Quería un espacio tranquilo, moderno, así que traté de asociar el estilo Hausmann con pinceladas de Asia”.
Rincón del salón.
Los objetos de cerámica delicada, las obras de arte y las piezas actuales son una combinación que busca la amalgama de lo moderno y lo antiguo.
Aprovechó los dibujos que tenía de Jean Cocteau, los divanes franceses y la mesa baja roja de su casa de La Bastilla y definió los espacios con obras de arte. “Una cosa maravillosa de esta vivienda es la hermosa colección de objetos y arte que Kenzo ha dispuesto por la casa. El ojo sólo puede fluir de un elemento a otro”, comenta Tuttle. Ahora todo tiene un sabor diferente, en parte por la combinación de muebles de época y las nuevas proporciones, pero también porque refleja los intereses y el eclecticismo de su propietario.
Comedor de invitados.
Aquí se repite la tónica predominante en la casa: tonos negros y una gran lámpara de cristal de Mathieu Lustrerie. “Estas lámparas me encantan, marcan la pauta y traen magia al ambiente”, confiesa Kenzo.
Dormitorio principal.
Esta estancia dispone de una zona de trabajo con un gran piano de cola. Un gran cuadro de Billy Sullivan protagoniza el ambiente. Ropa de cama de Kenzo Home.
Baño.
El baño es un relajante espacio en tonos oscuros de inspiración zen.
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