Mimbre, ratán, esparto, rafia, sisal… las fibras naturales han vuelto con fuerza para poner de moda nuestros espacios aportando naturalidad y frescura. Triunfaron entre los años 50 y 70 y vuelven a triunfar hoy en día con una imagen renovada.
Son las aliadas ideales de los espacios actuales, no solo por su propuesta estética sino (mucho más) por su aportación conceptual, afín a nuestras inquietudes en relación con el medio ambiente ya que cada día estamos más concienciados con la necesidad de ser respetuosos con el Planeta y más sensibilizados hacia la importancia de la sostenibilidad de los artículos que consumimos.
Las fibras naturales son una opción claramente ecológica ya que son biodegradables y renovables. Estos materiales proceden de plantas que crecen abundantemente y de forma rápida. Se pueden trabajar con facilidad y aseguran resistencia y durabilidad en los productos.
Su mantenimiento, por otra parte, es sencillo. Con un trapo o cepillo se limpian habitualmente para evitar que el polvo se deposite en ellos y, para una limpieza más profunda, también se puede utilizar un trapo húmedo.
Las piezas realizadas con estos materiales nos conectan con la Naturaleza y nos introducen su espíritu en nuestros espacios, contribuyendo a crear ambientes ligeros y relajados, en consonancia con la filosofía Slow Life.
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También nos acercan a la artesanía y al valor de las piezas únicas y originales, una cualidad en alza en nuestro mundo industrial, que cada día apreciamos más.
Precisamente por la resistencia (tanto a la humedad como al deterioro) de estos materiales y por su imagen fresca y desenfadada, este tipo de mobiliario se ha empleado mucho en ambientes de exterior, convirtiendo terrazas y porches en espacios acogedores. Tras su indiscutible éxito en el exterior, en la actualidad entra en casa para ser miembro de pleno de derecho de los ambientes de interior con su toque natural y cálido.
La versatilidad ha sido otra de sus bazas ganadoras ya que las piezas realizadas con fibra natural encajan perfectamente en todos los estilos. Desde el estilo clásico al bohemio hasta el minimalista o nórdico pasando por el rústico o urbano… cualquiera de ellos acoge perfectamente la fibra natural.
Así mismo, son piezas atemporales. Si bien por su ligereza y frescura este mobiliario se ha asociado a las estaciones cálidas (primavera y verano), la realidad es que es apropiado para todo el año. Su estética conceptual admite diferentes tipos de complementos; por ejemplo, para hacer más confortable una butaca podemos completarla con un cojín de lino o algodón en primavera y en invierno con un plaid de lana. ¿No te parece fantástico? No hay duda que las fibras naturales nos ofrecen múltiples posibilidades. Veamos algunos ejemplos.