El parquet es una de las opciones más demandadas en la actualidad a la hora de transformar los ambientes de toda la casa. Razones, no le falta: natural, atemporal y de gran belleza.
La naturalidad y calidez que proporciona el parquet de madera son dos de sus señas de identidad más destacadas. Sin olvidar que, gracias a las numerosas variedades existentes y a sus distintos formatos, acabados y sistemas de instalación, encajan en todo tipo de ambientes sin importar su estilo decorativo, ni sus dimensiones. Sin embargo, antes de escoger este pavimento es preciso tener bien claro el uso que se le va a dar y el resultado que se desea obtener.
Tipos de parqué
El término parqué engloba dos tipos de pavimentos. Por un lado, los macizos, de una sola pieza de madera natural, tienen un grosor que oscila entre los 14 y 22 mm; por otro, los multicapa, que, aparte de ser más económicos, destacan por estar compuestos de una capa superior de madera natural –como mínimo, de 2,5 mm de grosor– y otras inferiores, a modo de núcleo y base, que pueden ser del mismo material, fibras o contrachapados.
En ambos casos, pueden constituir una tarima, el roble continúa siendo el material estrella y sus instalaciones más populares son la lineales, en espiga, chevron o Punta Hungría. Los formatos más habituales son los anchos, aunque desde hace poco hay una gran demanda de lamas estrechas y largas. Mención aparte merecen los parqués laminados, que, como los multicapa, poseen diversos estratos –por ejemplo, un tablero de alta densidad HDF, producido con fibras de madera seleccionadas– y, en su parte visible, reproducen el acabado de los parqués. ¿Qué ventajas presentan? Al estar elaborados con materiales sintéticos, resisten el agua, son ignífugos y se aposentan mediante un sistema parejo al de las tarimas flotantes
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Suelos laminados
A pesar de que su apariencia es de madera, lo cierto es que se trata de paneles de fibra de alta densidad, sobre los que se fija una hoja de papel decorativo y varias capas de resina. Entre las principales ventajas de este tipo de suelos destacan su facilidad de instalación gracias al sistema click, su económico precio (es más barato que la madera natural) y su alta resistencia a los impactos, las rayas y el desgaste. Además, algunos son resistentes al agua. Sin olvidar que son inalterables a la luz solar, que reproducen de forma realista tanto el aspecto como el tacto de la madera natural y que resultan fáciles de mantener. Por contra, no pueden repararse, por lo que habría que cambiar la plancha completa en caso de ser necesario.
Sistema de instalación: flotante VS encolado
Ante todo, hay que aclarar un concepto que da pie a equívocos: el parqué flotante –también conocido como tarima flotante– no es una tipología de suelo. De hecho, como ocurre con el encolado, hace referencia a un sistema de instalación. Los flotantes, que normalmente coinciden con los multicapa, no están pegados ni clavados al suelo. Sus lamas disponen de encajes, llamados machihembrados, que se colocan sobre una base aislante que protege la madera de posibles humedades residuales y evita los ruidos de la pisada.
Por su parte, los encolados –para macizos o multicapa– están directamente pegados al suelo y exigen una instalación más delicada, especialmente si se colocan sobre un suelo ya existente
Dada su tonalidad neutra, el laminado ARTENS Intenso Castellón, disponible en Leroy Merlín, encaja con cualquier estilo decorativo
Cómo mantener el parqué
Al tratarse de un pavimento vivo, el parqué macizo no debe limpiarse con abundante agua, porque la humedad es su mayor enemigo. Se recomienda utilizar sólo los productos recomendados por el fabricante. Y, preferiblemente, debe limpiarse en seco con una mopa, una escoba de pelo o un aspirador para no dañar las tablas o desgastar las lamas. Como con el paso del tiempo tiende a oscurecerse, cabe recordar que deberá barnizarse y acuchillarse –es decir, devolverlo a su estado natural– cada 8 o 10 años.
Los suelos multicapa requieren el mismo mantenimiento, pero a diferencia de los macizos no pueden acuchillarse tanto: la frecuencia dependerá directamente del grosor de su capa superior de madera natural. Los laminados, al estar compuestos de fibras de alta densidad, no admiten ser pulidos. Sin embargo, sí se pueden fregar (con poca agua y la justa cantidad de jabón).
Cosas que debes saber sobre los suelos de parqué
El grosor de la lama marca su calidad. El grosor de las lamas, que por lo general se sitúa entre los 8 y los 15 mm, es el que determina aspectos tan importantes como la durabilidad, la resistencia y el mejor comportamiento acústico ante la pisada.
Hay distintas formas d colocación. Entre los principales sistemas de colocación del parqué se encuentran los de junta regular (de largos iguales), los de junta libre (las tablas son de largos desiguales), en damero (prácticamente en desuso) y en espiga (las lamas de madera se colocan perpendicularmente entre sí).
Hay que proteger estos suelos dela humedad. Los suelos de madera natural son muy sensibles a la acción del agua, por lo que en estancias como el cuarto de baño es mejor colocar suelos laminados con un revestimiento 100% resistente a la humedad.
Son pavimentos fáciles de mantener. Para mantener limpios los suelos de madera tan solo es necesario pasar, de forma regular, una mopa para retirar los excesos de polvo y suciedad que pudieran acumularse en su superficie. Y recuerda que a la hora de fregarlos lo mejor es recurrir a agua caliente y vinagre, aunque es importante seguir siempre los consejos facilitados por el fabricante.
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Las 5 claves de experto para escoger el parqué
Con diseños para todos los gustos, los suelos de madera ofrecen interesantes funciones decorativas. Además, son cálidos y perfectos para unificar ambientes, ampliando visualmente el espacio de cada estancia. Pueden ser de madera maciza o sintéticos, y esto es todo lo que debes saber para acertar con su elección.
1. Elige el tono acorde con tu hogar: El color es el primer factor a tener en cuenta. Puedes decantarte por tonalidades naturales o más rojizas, pero también por colores de tendencia como el blanco o el gris. Los diseños más claros sirven para ganar espacio y luz, de la misma forma que las lamas orientadas hacia la fuente lumínica generan mayor sensación de amplitud. Por el contrario, los suelos oscuros transmiten calidez y resultan más acogedores, siendo ideales para estancias grandes. En cuanto a acabados, los hay en brillo, mate o satinado.
2. Decide el formato adecuado: Las últimas tendencias, tanto en maderas macizas como en laminados, apuestan por los formatos de lama más largos. Son ideales para espacios diáfanos en los que se unen, por ejemplo, el salón y la cocina. Otra tendencia es el gusto por lo artesanal. Las nuevas tecnologías permiten fabricar suelos que recrean maderas en bruto, muy naturales y nudosas.
3. Adapta la elección al uso del suelo: En laminados deberás elegir un modelo capaz de resistir al desgaste, en función de si es moderado, intenso o muy intenso. Valóralo teniendo en cuenta las actividades que se lleven a cabo en cada estancia y ten en cuenta que si tienes calefacción radiante, ya sea de agua como eléctrica, el suelo debe ser compatible con estos sistemas.
4. Si te interesa la madera maciza…: Ten en cuenta que es menos económica, pero de gran calidad. No hay grados de resistencia, sino distintas calidades de barnizado y durezas. Aunque sea más delicada que un laminado, la madera maciza se puede reparar cada cierto tiempo para que dure toda la vida, y ofrece un gran confort, calidez y autenticidad.
5. Para una buena base aislante: Aislamiento acústico contra pasos: en los suelos laminados, las pisadas suelen producir ruidos conocidos como ‘eco de pasos’. Este sonido, no obstante, se puede minimizar con la base aislante sobre la que se instala el suelo. Así, una adecuada será capaz de absorber este eco y reducirlo a la mitad de su nivel acústico. Aislamiento acústico en estancias inferiores: al caminar sobre un suelo laminado o de madera ser produce un efecto parecido al anterior en las estancias inferiores, que también se puede reducir sin problemas utilizando una buena base. Nivelación de irregularidades en el suelo: para evitar que queden huecos entre el suelo y la superficie sobre la que se instala, se recomienda usar una base que sea capaz de salvar irregularidades aisladas. Capa de protección frente a humedad: los suelos laminados y de madera son sensibles a la humedad. Por eso, disponer de una buena base puede evitar que el suelo resulte dañado y mejore su rendimiento en zonas de gran humedad.
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