Brassaï fue el fotógrafo de la belleza de lo cotidiano, de las atmósferas nocturnas, de los edificios abandonados, de las personas, y de la hermosura en lo más decadente y surrealista de París. Y ahora, desde el 18 de octubre y hasta el 3 de abril ya se puede disfrutar en el Museo Picasso de Málaga la exposición del brillante fotógrafo húngaro: 'El París de Brassaï. Fotos de la ciudad que amó Picasso'.
Brassaï (Gyula Julius Halász de Transilvania 1899–1984) fue un fotógrafo húngaro que nació en Brasso (Budapest) (de ahí su pseudónimo artístico). Interesado en el periodismo y en varias ramas del arte, logró despuntar en el S.XX gracias a su habilidad para retratar la belleza de la noche en la ciudad del amor: París. Como artista polifacético, estudió pintura y escultura en la Academia de Bellas Artes de Budapest, además de ejercer como periodista en 1920; año en el que se traslada a Berlín, pero sin dejar nunca de lado sus estudios de arte. Allí conoce a numerosos escritores y artistas, quienes se trasladan a París, algo que hace también Brassaï en 1924. Un artista inspirador que recoge en su obra unas bellísimas fotografías a través de las escenas cotidianas que fueron reconocidas como las piedras angulares de una nueva corriente fotográfica.
"La noche sugiere, no enseña. La noche nos encuentra y nos sorprende por su extrañeza; ella libera en nosotros las fuerzas que, durante el día, son dominadas por la razón". Brassaï
Brassaï y la belleza de la decadencia de las noches de París
Una vez que este artista aterriza en la ciudad francesa, se instala allí de manera definitiva. Y como un enamorado de cada rincón y de las calles de París, comienza a capturar en imágenes todo aquello que la noche le inspira. En un principio, lo hace como un recurso más para complementar los artículos que redacta para dos periódicos húngaros y ganar así más dinero, pero su gran vehemencia al fotografiar de madrugada la ciudad le lleva a instruirse más sobre la materia de la mano del ensayista fotográfico André Kertész.
Y así comenzó a plasmar en una particular colección que se publicaría en un libro 1933 llamado Paris de nuit, un éxito de ventas que le dio fama, y por el que también le comenzarían a llamar "El ojo de París", a partir de un escrito del famoso escritor y amigo del propio artista de entonces Henry Miller.
"Lo que es magnífico de la fotografía es que puede producir imágenes que incitan a la emoción basándose únicamente en el tema".
Brassaï y su profunda amistad con Pablo Picasso
Pero lo que le hace especial a esta nueva muestra del artista en el Museo Picasso de Málaga es la que fuera su relación con Picasso. La estructura de la muestra gira en torno a cuatro ámbitos relacionados con el cine, las artes visuales, la literatura y la música, basadas en el trabajo fotográfico de uno de los fotógrafos más famosos de la primera mitad del siglo 20.
El diseño de la exposición comienza con ¿Quién es Brassaï? donde se muestran obras artísticas cuya característica principal es su libertad expresiva. En el segundo ámbito denominado 'Paris by Day' se presentan escenas de la vida cotidiana como si se mostraran por primera vez para continuar con 'Paris by Night', un viaje a través de una ciudad de sombras que evoca la melancolía que emanaba de las calles y los personajes. Por último, y lo más destacado de la exposición son las Conversaciones con Picasso reúne el trabajo de los dos artistas que disfrutaron de una relación profesional y personal duradera.
“...Picasso viste un traje gris de chaqueta cruzada bastante raído, los bolsillos deformados, las solapas llenas de manchas, con un jersey azul bajo una chaqueta, el cuello de la camisa se combinaba se enrollaba con un pétalo pero yo no podía ocuparme de estos detalles indumentarios, fascinado como estaba por sus ojos, clavados en mi. Diamantes negros, ojos como brasas, ojos de azabache. Contrariamente a lo que se dice, a lo que se cree, me di cuenta entonces de que no eran ni anormalmente grandes ni anormalmente oscuros. Sin parecen enormes es porque tienen la curiosa facultad de abrirse mucho, descubriéndose la blanca esclerótica, a veces incluso por debajo del iris en la que la luz puede reflejarse y producir destellos. El ensanchamiento de los párpados es lo que produce su mirada fija, loca, alucinada eso hace también que en la pupilas muy dilatadas el iris castaño oscuro normalmente parezca tan negro. Son ojos hechos para un perpetuo asombro...”
Sin duda, un artista que supo también enamorar y aún encandila con el romanticismo que desprenden sus obras, quizás, también por el mismo aire romántico que hay en torno a la denominada "ciudad del amor" desde hace décadas. Y es que, París como ciudad hermosa, ha habitado en la conciencia colectiva a lo largo de la historia, y por ende, también ha sido fotografiada por otros artistas reconocidos como Robert Doisneau o Marc Ribaud, y que continúa inspirando a otros artistas más actuales como Válerie Belin o Antonine D´Agata.
El gusto poético de Brasaï por los lugares abandonados
Al parecer, este artista tan solo realizaba 24 fotografías cada noche en el distrito de Montparnasse de París porque, de lo contrario, la pila de placas fotográficas de vidrio pesaba y no daba para más. La lente de su cámara capturó, desde parejas abrazándose en sórdidos clubs nocturnos, prostitutas en farolas, grupos de delincuentes en puentes, edificios abandonados, hasta vagabundos, bebedores, proxenetas y otros habitantes de la noche, todas tomadas con poca luz y llenas de una niebla y atmósfera inquietante. Sin embargo, también retrató escenas de la vida de la alta sociedad de la ciudad, a personalidades intelectuales, a artistas del mundo del ballet y las grandes óperas. Se hizo amigo de una familia francesa que le dio acceso a las clases altas, por lo que también retrató a muchos amigos artistas entre los que sobresaldría la amistad con Salvador Dalí, André Breton, Picasso o Alberto Giacometti.
Brassaï y su pasión por el grafiti
En el 2017, el Centre Pompidou de Paris recogió algunas fotografías inéditas que el artista hizo a unos grafitis en las paredes en París. Estas instantáneas se relacionaron, precisamente, con la obra de sus amigos Dalí, Picasso o André Bretón y, por ello, fueron publicados por primera vez en el contexto surrealista, pues se leyeron como la expresión del subconsciente, es decir, Brassaï buscó ahondar en el subconsciente, porque creía que se podía encontrar en lo primitivo de las figuras de las paredes.
Bajo esta premisa, las primeras imágenes de los grafitis de Brassaï se publicaron en la revista surrealista Minotaure como los denominados "dibujos encontrados o esculturas involuntarias".
"Me he enfrentado a estas placas casi mecánicamente, como un escultor. Resultaba muy curioso comprobar cómo los desnudos se transformaban con la incisión de un objeto punzante que destruía la materia. Así nació la extraña obsesión de transformar las formas en instrumentos musicales: mujer guitarra, mujer mandolina. Se trataba de reacciones casi inconscientes que rompían la fotografía en mil pedazos". Brassaï
Pero la apreciación de Brassaï por el graffiti no solo se quedó en el punto de vista psicológico- surrealista sino que, el artista también se dedicó a clasificar sus obras, usando categorías de su propia invención para ordenar su iconografía, convirtiéndose así en una especie de bibliotecario del graffiti.