En el centro de Poblenou, a escasos metros de Glòries, y en la que ya se conoce como la zona empresarial del 22@, se abre paso Nest City Lab: un laboratorio urbano para la sostenibilidad donde cada elemento cuenta. A través de sus 1.500 metros cuadrados accedemos a un lugar único en Barcelona que rehuye del concepto de coworking tradicional. Sus creadores prefieren entenderlo como un invernadero colectivo para generar “gotas de ideas creativas” y que ya cuenta con una comunidad de 80 personas. Y es que, ¿quién no sería capaz de trabajar felizmente en un espacio arquitectónico que nos da la bienvenida con un huerto sostenible mientras la gente charla, ríe y pone en común sus proyectos sobre mesas de madera reciclada?
La luz entra por la cubierta superior. Parece que allí, y en ese momento, es posible trabajar sin perder de vista la conciencia ambiental. Sobre todo, porque solo tienes que girar un poco la cabeza para toparte con las decenas de plantas que crecen sin impedimentos por el interior del Nest, o coger un libro de la biblioteca compartida para seguir leyendo sobre ecologismo. Si no, siempre puedes acercarte a la zona de mindfulness para desconectar. ¡Sounds good! Luego, vuelta al trabajo en un lugar que, más que una oficina, es un invernadero para crear hábitos saludables y sostenibles.
Si te asomas al Carrer d'Àlaba número 100, seguro que sabrás descifrarlo. "¡Este, este era!". Nest City Lab no pasa desapercibido ni aunque lo intente. Sus valores y su arquitectura son todo un modelo para la Ciudad Condal. Pero no fue hasta 2016 que empezó a tomar la forma que hoy en día percibimos gracias al equipo de Apocapoc Bcn, quienes decidieron invertir en la rehabilitación sostenible de una antigua fundición en el barrio de PobleNou. ¿El resultado? Más de mil metros cuadrados que ya son un referente en materia ambiental.
Durante el proceso de reforma, lo fácil hubiera sido derribar la fachada existente y empezar de nuevo. Sin embargo, se decidió conservar su patrimonio industrial y restaurar la biodiversidad natural. De hecho, todavía quedan algunos elementos preexistentes de cuando era una auténtica fábrica, los cuales —junto a una inteligente arquitectura— le han valido la certificación LEED Platinum, un sistema de certificación con reconocimiento internacional para edificios sostenibles.
“En vez de pensar que se puede hacer todo deprisa y sin sentido, hay que apostar por un marco que tenga en cuenta todas las condiciones reales de dónde vivimos. Y eso es lo que siempre hemos querido transmitir aquí”, explica Valerie Aubert, co-fundadora de Apocapoc BCN.
Permacultura y zero waste: modelos que dan vida
El espacio incluye 400 m2 dedicados a la permacultura con un bosque comestible, una granja urbana con torres aeropónicas, un espacio de yoga y mindfulness, un centro multimedia, una cocina industrial vegetariana, un espacio de bienestar y un espacio de coworking para emprendedores artesanos, startups y pequeñas empresas.
A primera vista quizá te parece un espacio soñado e idílico, totalmente compresible. Pero Nest es mucho más; es el ejemplo de cómo dejar de lado el mito de la escasez para aprovechar al máximo los recursos ya existentes, sin necesidad de explotar el Planeta, ni de generar más residuos.
De hecho, para ahondar en la gestión consciente del entorno, el espacio se sirve de la permacultura, un modelo de diseño agrícola y económico basado en las características que nos ofrece el ecosistema natural.
Por ejemplo, el espacio cuenta con un sistema que aprovecha el agua de la lluvia para riego y con una depuradora que filtra el agua utilizaba para devolverla a los acuíferos lo más limpia posible. Un estilo de vida que regenera el espacio, cuida del Planeta y en el que nada sobra. En este invernadero todo vale, todo se reutiliza. Y, como no, ¡nada de plástico! El concepto zero waste que solo es posible lograr con algo de paciencia.
Un espacio regenerativo y slow
Desde sus inicios a finales de los años 1970, la permacultura se ha entendido como la filosofía que trabaja con y no en contra de la naturaleza. “Un método de observación prolongada y reflexiva, en lugar de labores prolongadas e inconscientes; de entender a las plantas y los animales en todas sus funciones, en lugar de tratar a las áreas como sistemas monoproductivos”, según escribe el biólogo Bill Mollison.
En Nest City Lab también podemos encontrar esta idea de la observación consciente y el respeto por los ciclos naturales. Aunque, más bien "es un lugar que nace como un proyecto personal, una intuición fruto de la escucha del cuerpo y no tanto de copiar otros modelos teóricos”, aclara Valerie.
No podemos cambiar el mundo, ni la cultura mainstream de un solo golpe. Esto tiene que ser un proceso largo, cotidiano y sin grandes ambiciones.
“A a poc a poc fem tots” fue la semilla que dio luz a este laboratorio. Una filosofía que impregna la mentalidad de Valerie y los otros dos fundadores —Fabien Franceschini y Sebastien Detroyat— para quienes lo importante era construir paso a paso y de una manera slow. "Se trata de ver qué necesitamos y cómo podemos conseguirlo de manera sana y consciente".
Los fundadores de Apocapoc BCN, Valerie Aubert, Fabien Franceschini y Sebastien Detroyat.
Fotografía: Hector Mediavilla
La arquitectura genera lazos y fomenta el ecuentro con la naturaleza
Nada más acceder al recinto nos encontramos con el huerto comestible, el eje que vertebra toda la nave. No es casualidad que se ubique en el centro del espacio. Su posición permite que siempre, vayas donde vayas, pases cerca de esta zona. Un entrecruzamiento con la naturaleza que no es para nada azaroso.
“Intentamos generar lazos sanos y accesibles. El encuentro entre una persona y un libro, entre una persona y algo verde… En los ecosistemas esto existe ya por sí mismo, no se tiene que diseñar. En la ciudad tenemos que reaprenderlo y poner en práctica si queremos generar estas dinámicas”, confirma Valerie Aubert.
Hablamos con Valerie de las plantas que llenan oficinas y otros espacios de trabajo. Ella tiene claro que las plantas, cuando se utilizan con fines decorativos, “no promueven un encuentro real con la naturaleza, son elementos pasivos que no invitan a nada”, explica Aubert.
El Nest City Lab se desmarca de ese inmovilismo para construir un espacio de transformación al que uno acude a probar cosas diferentes y explorar. Un hecho que es posible gracias a la arquitectura atemporal, abierta y funcional que puso en marcha Sandra Martín Lara, co-creadora del espacio físico.
“No buscamos la perfección estética, si no un ambiente casual donde haya espacio para cambios, participación voluntaria, eventos "pop-up", descanso y encuentros improbables”, concluye Valerie.
Nest apuesta por una arquitectura abierta, ecológica, poética y funcional que ayuda a probar cosas diferentes y explorar.
El contacto con el universo de la plantas no acaba con maceteros llenos de tierra y agua. El espacio cuenta con un huerto aeropónico en la parte de arriba, donde se explora la agricultura urbana cultivando tomates, albahaca y otras especies que incluso el restaurante ecológico allí residente, Väcka, utiliza para elaborar sus recetas.
La oficina del futuro: ¿Será sostenible o no será?
Entonces, ¿todas las oficinas del futuro serán cómo está? Piensa en la tuya, ¿tiene algo qué ver? Lo cierto es que los creadores del Nest ya se han dado cuenta de que necesitamos alternativas al modelo de trabajo y consumo imperante.
“Vivimos en la desconexión de todo entre todo. Tienes el trabajo, tu vida personal y esto no se mezcla. Cuando realmente los humanos no están hechos así".
Pasamos al menos ocho horas en el trabajo y, por lo general, este espacio no suele representarnos. En muchos casos; “hace que te aísles más, estás como una máquina para producir. Esto es muy contraproducente porque para ser productivos tenemos que estar felices y sentirnos bien”.
Ahora que la Covid-19 ha puesto sobre la mesa la necesidad de cuidarnos de manera saludable, las personas buscan espacios en los que poder trabajar a ritmos más bajos. Apostar por una buena calidad de vida, tomar pausas y desacelerarnos, parecen ser las grandes herencias de una pandemia en la que “hemos tenido tiempo de hacer una introspección necesaria para ver qué es importante en la vida”, a lo que la co-fundadora del espacio añade: “Todavía estamos a medio camino porque, si no hay alternativas, y si no encuentras espacios en los que crear lazos sostenibles, volverás a los viejos hábitos”.
Una reflexión que vuelve la mirada hacia la raíz del proyecto: la irremediable crisis ecológica. “Tenemos que enfrentarnos a algo bastante brutal. El cambio climático está presente, no es algo del futuro. Por eso no podemos quedarnos sin hacer nada, hay que buscar soluciones vitales y esto pasa también por la arquitectura y el cómo diseñamos los espacios, con qué materiales, bajo qué procesos…”, concluye Valerie.
Aunque Nest City Lab es único en su especie, en lo que respecta a la convergencia entre espacios sostenibles y de trabajo en Barcelona, su modelo híbrido y cuidadoso con el Planeta tiene mucho que ver con la necesidad —tan latente—de generar espacios que fomenten la vida colectiva sin dañar el ecosistema. Así que sí, conseguido. Una arquitectura que pone el acento en la escala humana y no tanto en la producción de capital esta, por fin, a un solo paso de la ciudad catalana.