Más allá de la creatividad existen emociones profundas que necesitan salir a la superficie para ser canalizadas correctamente y liberarnos así del peso que a veces nos pueden producir. Y el agua es la el canalizador por excelencia de esas emociones, porque cura. Y qué mejor que acudir a lugares donde el agua está presente y lo impregna todo; hablamos de los martes y los océanos, allí donde nuestros ojos son testigos de que es el agua la sustancia que predomina en nuestro planeta por encima de la tierra.
Es mucha la investigación que existe en torno a los poderes curativos del mar, por ejemplo, la neurociencia, en concreto una investigación publicada en Science Direct, hace apenas unos años, explica cómo, con tan solo estar presentes en lugares costeros puede ayudarnos a resetear nuestro cerebro. Y es que, el agua del mar, aparte de sus beneficios para el cerebro, es el principal método usado en tratamientos de talasoterapia para minimizar los riesgos para la salud, tal y como recogen los estándares de calidad ISO. Pero, no es necesario tener un conocimiento agudo del mar para entender su poder, el ritmo de sus olas, conocer sus profundidades o ensimismarnos en sus infinitas tonalidades de colores azules, turquesas y esmeraldas. Y sobre ello sabe mucho la artista catalana Amelia García Escoda, artista y también profesora de dibujo artístico en la escuela de Bellas Artes art-terra, pero sobre todo, pintora de mares y océanos a tiempo completo.
“En el colegio me suspendían dibujo siempre, pero con el tiempo, me he dado cuenta de que los niños dibujan historias emocionantes y no elementos estáticos. Mi propia experiencia me ha enseñado que la creatividad no es una cualidad exclusiva de la plástica y sin embargo, parecemos olvidar que, el mundo abstracto, y la capacidad de conectarlo con el mundo material es lo que genera avances en nuestra humanidad. La plástica es un hilo conector como muchos otros pero, no se le da la importancia que tiene y en ocasiones, se considera de manera injusta y limitada, una asignatura relacionada con el ocio y el tiempo libre”, nos cuenta la artista.
“Océano Esmeralda” – Óleo sobre tabla – 140 x 110 cm. Créditos E.R.
Obras expuestas en Marbella y Palma de Mallorca
Su obra puede verse en la galería Fornara de Marbella y desde diciembre del 2020, la galería 'Gallery Red' de Palma de Mallorca representa también a la artista, desde donde apuestan firme y fuertemente por su obra, y pretenden que se convierta en uno de los grandes nombres del arte contemporáneo en nuestro país.
“Adoro su trabajo y la admiro como persona. Es un alma muy cálida, pura y honesta. Me encanta la forma en que combina el color y la luz y crea la verdadera sensación submarina del Mediterráneo, especialmente. cuando estás sentado o parado cerca de sus grandes cuadros, tienes la idea de que estás bajo el agua”, nos cuenta Perry Kish, marchante de arte y galerista y su international art advisor, quien asegura sentirse muy cerca de su trabajo. Proyectos realizados con pintura al óleo, y óleo matérico mezclado con metales y minerales en la pintura. Próximamente, podremos ver su trabajo en Barcelona y Madrid.
“La pasión con la que crea sus paisajes submarinos es deslumbrante, y sus cuadros son un espejo de su alma”, Perry Kish.
Un trabajo de concienciación con la vida oceánica
Como parte del Informe del Progreso del año 2019 en la red del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, art-terra colaboran como socios firmantes con un trabajo sobre los océanos y la importancia de cuidarlo y respetarlo. En este contexto, Amelia explica cómo su obra sobre océanos en los ODS reflejan un sentimiento que sintentiza toda la intensidad sinestésica que vive en su interior. “Dialogo con mi alma a través de transparencias para dejar fluir un universo creativo emocional, que si no expreso me desborda y ahoga; como lo haría un mar a veces tranquilo y otras lleno de furia o de misterio”, dice.
Y es que, en toda su pintura es característico el paso de la luz a través de los elementos, en este caso, del agua del mar donde plasma la fuerza de la entrada de esa luz con una intensidad que se materializa a través de sus manos. Porque pintar un océano no necesariamente implica una técnica específica, para Amelia, dejarte llevar por tu imaginación e ir trazando tu hoja de ruta sobre tu propio mar es la mejor guía para conseguir un buen resultado. “Me mueve la pasión, la emoción, si no estoy llena de emoción no puedo pintar, porque lo que transmito no es más que un dibujo o una parte que no resuena conmigo. Intento trasladar a través de la pintura la luz que siento y volcar mi alma en cada pincelada; en este momento, para mi, el aspecto más interesante de mi pintura es la luz. Una luz que me cura por dentro y que fluye a través de mi mano, hacia los cuadros”, expresa.