Extremeño y artesano, los “trofeos ecológicos” y los espejos de Javier Sánchez Medina han dado la vuelta al mundo. Contagia su pasión por el trabajo con las manos y las fibras naturales. Esencia de una tradición que no ha querido dejar en el olvido, con un toque contemporáneo. Hablamos con él en La Mercantil del Diseño.
¿Cómo llegas a ejercer de artesano?
Yo me dedicaba al deporte. Incluso llegué a opositar para ser bombero. Sin embargo, siempre se me había dado muy bien el tema de las artes plásticas, de pintar, de reproducir, etc. Todo lo que tenía que ver con el arte para mí era como un hobby. Hasta que me planteé la idea de apostar por algo creativo, que es lo que me apetecía. Lo que realmente me llenaba. Quería hacer algo que contase mucho quién soy, de dónde vengo.
De ahí el por qué de tus obras…
Yo soy extremeño y siempre había visto en mi entorno este tipo de profesiones que se están perdiendo. No había tenido en mi casa a nadie que se dedicase a ello, pero sí recuerdo a mi abuelo haciendo las bases de las sillas en enea, o de trenzar las cortinas de los exteriores para estar más frescos en Extremadura. Por ello, a la hora de apostar por un producto que representase quién soy, pensé que la mejor manera de hacerlo era con algo con lo que había estado jugando desde pequeño. Quise rescatar la técnica, el material y de alguna manera darle otra oportunidad, intentar recuperar estos oficios adaptándolos al tiempo que corre ahora. Empecé con los espejos y luego tomé el guiño de hacer, como los llamo yo, los “trofeos ecológicos”, ofreciendo la posibilidad de tener un trofeo de manera completamente ecológica, sin hacer daño a ningún animal.
"Al final la gente le da valor a un objeto cuando sabe que tiene un significado. Lo que hace al producto interesante es su historia".
¿Podríamos decir que fusionas artesanía y diseño con tus obras?
Sí, esa es la intención. A mí se me empezó a conocer por las cabezas de animales y los espejos. Pero sí que lo que quiero con esto es que se me conozca por el trabajo que hago con la fibra natural, que la utilizo para cualquier proyecto. La he llevado a la moda, con la diseñadora Carlota Barrera, por ejemplo, pero también al proyecto de Disney para el que me eligieron para celebrar el 90 aniversario de Mickey. Otro ejemplo es este market. Mi idea es llevar la fibra natural al diseño.
¿Cómo valoras la situación de la artesanía hoy en día?
Creo que se está empezando a valorar más. De alguna manera la juventud nos estamos reciclando. Pero está pasando en todo: en la gastronomía, en la moda, etc. Antes se hacía la ropa a medida, por ejemplo, y ahora eso está volviendo. En la gastronomía la tendencia es lo ecológico, lo hecho con el huerto... Pasa en todos los sectores. Creo que la visión que había antes está cambiando y se está empezando a entender lo que es la artesanía y lo que lleva detrás, muchas horas de trabajo.
¿Y qué otros proyectos tienes en mente?
Durante este tiempo me he dedicado solo a la producción, y he estado solo hasta ahora. No he podido desarrollar nuevas ideas, ni embarcarme en proyectos como este. Ahora he creado un equipo que me está ayudando, aunque el paso final de cada pieza siempre pasa por mí. Lo que quiero es dedicarme de pleno a hacer cosas nuevas. El reto más inmediato que tengo y que más me apetece es la apertura de un segundo taller en la calle Madera, número 34. Es una galería que va a ser privada, exclusiva. Vamos a hacer que tenga ese punto clandestino que creo que es interesante. Impartiremos cursos, presentaciones de eventos, cenas...
¿Cuál crees que ha sido la clave de tu éxito?
El sentimiento y la emoción que le pones a esa obra. El hacer las cosas con cariño y que el producto tenga una historia detrás. Al final la gente le da valor a un objeto cuando sabe que tiene un significado. Lo que hace al producto interesante es su historia.
¿Cuál es tu método de trabajo?
No tengo venta online porque no podría servirla. Y es que quiero cuidar mucho el tema artesano y el tiempo de espera. Son piezas exclusivas, igual que la tuya no va a haber otra, de manera que hay que esperar para tenerlas. Para conseguirlas, hay que pasar por el taller y hacer el encargo o ponerse en contacto a través del mail para solicitar el pedido. Hasta ahora tenía lista de espera de dos meses o dos meses y medio, pero al tener ayuda estoy agilizando mucho lo que es la producción, solventando que la lista de dos meses sea menor.
¿Cómo viviste tu proyecto con Disney?
Fue muy gracioso porque de buenas a primeras me llegó una caja al taller. Venía de Los Ángeles, de Disney. La abrí y dentro había una lámina con un dibujo. Pero no sabía por qué me lo habían enviado y lo dejé allí. De hecho me acuerdo que por aquel entonces tenía una comunión y como el dibujo era tan bonito incluso pensé en regalarlo [ríe]. Al cabo del tiempo me llamó el responsable de Disney de España y me reuní después con ellos en mi taller.
Y entonces…
Me contaron que había sido seleccionado a nivel mundial para exponer una pieza para el 90 aniversario de Mickey. Realmente no fui consciente de lo que estaba pasando hasta que estuve en el avión yendo a Nueva York el día de la presentación. Lo viví como un sueño. Y por sorpresa, porque yo no solicité nada. En el mundo hay muchos artistas muy válidos y que me eligieran a mí fue la bomba.
¿Cómo valoras iniciativas como La Mercantil del Diseño?
A mí me parecen geniales. Al final se trata de dar visibilidad a los artistas. En este caso, cuando me propusieron participar al principio dije que no porque no tenía tiempo. Pero al final me lancé. Pensaba llevar al evento piezas que ya estaban vendidas, y que no se podrían adquirir durante el market porque ya tenían sus dueños. Pero después pensé que era una lástima que no estuviesen disponibles, así que nos pusimos las pilas con el equipo y al final lo conseguimos.