Creer en las casualidades y que el destino juega un poco las cartas de la improvisación con nosotros es una idea un tanto romántica a la que, confieso, a veces me gusta agarrarme. Pero últimamente ando pensando que es muy probable que todos aquellos que afirman que las casualidades no existen tengan algo de razón.
La culpa de este vaivén argumental la tiene un tipo de flores secas que desde hace varias semanas están en absolutamente todas las imágenes que se llevan mi like en Instagram. Sí, incluidas las que son para enseñar la clásica tostada de aguacate…
¿Sabes cuando sales de una ruptura sentimental y parece que justo las más adorables parejas han decidido mudarse justo a tu lado y apuntarse a todos y cada uno de los planes que tu haces? Pues así me siento con esta planta que mire donde mire ahí está ella, erecta y delicada, devolviéndome la mirada. Y esto, no puede ser casualidad.
De buena mañana la veo sostenida por una maceta sobre una cómoda decorando un dormitorio de lo más minimal. Por la tarde, se aloja en un jarrón de pie en un salón de estilo boho. Pero también me la he cruzado en algún que otro baño. Incluso alguna novia se ha atrevido a lucirla. De verdad os lo digo, no hay estancia, estilo decorativo ni espacio que se le resista y no me extraña… nunca la he visto desentonar.
Sí, sí, sí… ya nos dejamos de intrigas, circunloquios y evasivas y le ponemos nombre y foto a la susodicha –si no te has hecho un spoiler a ti mismo “scrollenado” hasta la galería, claro–, estamos hablando de las hojas de la pampa.
Ya está, ahora tú también las has visto una vez y vas a caer, como si de un embrujo se tratara, en decorar cada rincón de tu casa, tu despacho y hasta el coche con ella. La buena noticia es que no importa lo fatalísimo que se te de cuidar a otros seres vivos, con estas no hay riesgo a que se mueran porque están secas –de nada– con lo que olvídate de regarlas, cuidarlas y andarlas moviendo de lado a lado en busca del único rayo de sol que se cuela en tu minipiso.
No cuidarlas es un minipunto a favor del equipo de las hojas de pampa. El otro es, sin ningún atisbo de duda, su color –o la ausencia de él–. Y es que se mueve en unas tonalidades entre el blanco más puro hasta el dorado, pasando por toda la gama de los beiges y los ocres. Puede que incluso veas alguna en un tono más subido, salmón o teja, por ejemplo. También nos vale. Siempre que se mueva entre los neutros y los tostados será bienvenida en nuestra decoración.
Y es precisamente con estos colores con los que deberás combinarla en tu casa, junto a un sofá gris con cojines en naranja, coral y mostaza. También se lleva de maravilla con las fibras y materiales naturales. De ahí que colocarla donde haya una alfombra de rafia o sobre una mesa de madera sea garantía de éxito. En cuanto a los jarrones, la elección de tamaños y formas es más que libre. La cerámica, el barro y el cristal son los materiales estrella, también tú decides, eso sí, te recomendamos que elijas aquellos que tengan la etiqueta #homemade que potencie su aire artesanal.
Por cierto, que sí, que como ya ha pasado con el terrazo o con los muebles de la cocina a color, todo vuelve y cuando he ido, orgullosa, a mostrarle mi arreglo floral de hojas de pampa a mi abuela me ha mirado perspicaz y me ha dicho que ella ya las tenía, hace muchos años, decorando su habitación. Ahí lo dejo...