El expresionismo alemán llena las salas del Museo Thyssen

La exposición, que recoge las obras maestras de los pioneros del género, forma parte de la conmemoración en el museo del centenario del nacimiento del barón de Thyssen.

El expresionismo alemán se cuela en el Thyssen
El expresionismo alemán se cuela en el Thyssen

  • Texto: Sònia Parladé

En el año 1993 el Estado español adquirió la mayor parte de la colección Thyssen. En consecuencia, una selección de importantes obras del expresionismo alemán pasó a pertenecer al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, en Madrid.

Ahora, el Museo reúne, por primera vez en décadas, un conjunto de pinturas y obras expresionistas bajo la exposición Expresionismo alemán en la colección del barón Thyssen-Bornemisza.

La exposición, comisariada por la jefa de Pintura Moderna del museo, Paloma Alarcó, se divide en torno a los conceptos del proceso de creación de las pinturas, su temprana recepción por el público y posterior denigración por el régimen nazi, y la relación del barón con sus marchantes y los proyectos que organizó para difundir su colección en el contexto internacional.

 

Artistas destacados

El interés de Thyssen se centró desde un primer momento en las obras de los componentes de los grupos Die Brücke (Ludwig Kirchner, Heckel, Bleyl…) y Blaue Reiter (Kandinsky, Franz Marc, Gabriele Münter…). Aun así, también siguió de cerca a otros expresionistas, pues le llamaba la atención que su forma de entender el arte partía de la visión interior del artista y la invención de una nueva realidad.

 

Talleres, Exteriores, Referentes, Aires naturales y Difusión

La primera sala de la exposición, Talleres, cuenta con obras como Fränzi ante una silla tallada (1910) y Desnudo de rodillas ante un biombo rojo (1911-1912) de Ernst Ludwig Kirchner o Ante la cortina roja (1912) de Erick Heckel, que muestran el papel protagonista del estudio del pintor en sus cuadros.

La sigue el espacio Referentes, dedicado a los referentes culturales y lleno de pinturas de jóvenes expresionistas que comparten sala con Les Vessenots en Auvers (1890) de Van Gogh, Atardecer (1888) de Munch o Idas y venidas (1887) de Gaugin, con la intención de mostrar el interés que despertaron en estos nuevos artistas los pioneros de la modernidad.

En la tercera habitación, Exteriores, destacan los trabajos Verano en Nidden (1919-1920) de Max Pechstein, Puente en la marisma (1910) de Emil Nolde o Fábrica de ladrillos (1907) de Erick Heckel.

El siguiente capítulo de la exposición, Aires populares, transporta a la conexión entre la tradición y modernidad a través de la abstracción de formas, una de las características comunes de los expresionistas. En la sala destacan obras como Bagatella n.2 (1915) de Kandinsky, Casa giratoria (1921) de Paul Klee o El velo rojo (1912) y Niño con muñeca (1910) de Jawlensky.

La siguiente sala, Difusión, reúne algunas de las obras que fueron incluidas en las primeras exposiciones tanto colectivas como individuales del grupo Blaue Reiter: Vista de una plaza (1912) de Paul Klee, Pintura con tres manchas (1914) de Kandinsky, Circo (1913) de Macke y Barcos (1917) de Lyonel Feininger.

 

La Gran Guerra y las ideas políticas

La creciente difusión de los expresionistas se vio interrumpida por la Gran Guerra: los grupos se disolvieron y cada artista siguió su trayectoria por separado: algunos fallecieron, otros se exiliaron y otros siguieron con sus pinturas, pero añadiendo una carga política y sarcástica en ellas.

Y fue eso, precisamente, lo que acabó de llamar la atención de Thyssen: “el hecho de que estos artistas habían sido oprimidos por el régimen nacionalsocialista y arte etiquetado oficialmente degenerado fue para mí un aliciente adicional para coleccionarlos”.

Y es que cuando todavía no había acabado la guerra, los nazis decidieron vender algunas de las obras incautadas para recaudar fondos. Así, salieron a la venta Nubes de verano (1913) de Nolde o Retrato de Siddi Heckel (1913) de Heckel, que más tarde serían adquiridas por el barón Thyssen y que vuelven a reunirse en este capítulo de la exposición.

Finalmente y tras la guerra, la rehabilitación de los expresionistas fue casi inmediata. En los primeros años tras la guerra se inició una intensa labor de recuperar el arte moderno alemán para intentar redimir el infortunio sufrido durante el nazismo.

Y el primer contacto de Thyssen con este arte se produjo justo en la posguerra, en una sala de subastas pionera en la promoción y venta del arte moderno alemán e internacional con el objetivo de limpiar el nombre de los artistas tillados de “degenerados” por el Tercer Reich.

Esta no es la primera exposición de obras expresionistas de Thyssen: algunas de sus primeras adquisiciones ya fueron incluidas en sus exposiciones internacionales dedicadas al arte modelo, y en 1989 se inauguró, en Lugano, su primera y única muestra monográfica dedicada al expresionismo alemán.

Ahora, más de treinta años después, las obras maestras de este género vuelven a compartir espacio en la exposición, disponible para visitar desde el 27 de octubre hasta el 14 de marzo en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid.

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Sònia Parladé