Diseño biofílico: conexión arquitectónica con la naturaleza

Una corriente arquitectónica basada en “el amor a la vida” que busca reconectar a las personas con su faceta más natural también en los núcleos urbanos

edificios naturaleza
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  • Texto: Lucía Díaz

Desde el inicio de los tiempos, el ser humano ha estado ligado a la naturaleza. Con el paso de la historia, a medida que nos trasladamos a entornos urbanos, fuimos perdiendo de vista la importancia de los elementos naturales en nuestra vida, a medida que nos dejábamos envolver por el frenetismo de las grandes ciudades, es estrés constante y el ajetreo del mundo urbano.

Todo esto ha supuesto que fuéramos perdiendo de vista el importante papel que el mundo natural juega en nuestras vidas y cómo el contacto con la naturaleza condiciona también nuestra salud. Tal y como explica el arquitecto británico Oliver Heath, “vivimos envueltos en mucho estrés y muchas veces no reconocemos los beneficios de esta conexión”. Impulsor del conocido como diseño biofílico, una tendencia constructiva que aboga por reestablecer el vínculo con la naturaleza a través de elementos que nos evoquen esos espacios en la construcción de edificios, Heath parte de la premisa de que “todos sabemos que la naturaleza nos hace sentir bien”.

“Si le pides a alguien que cierre los ojos y se imaginen un espacio en el que se sientan relajados y cómodos eligen espacios rodeados de naturaleza: con agua, hierba, árboles, montañas, cielos azules…”

Los orígenes de la biofilia

En su origen, este término va más allá de los límites del mundo arquitectónico, siendo acuñado ya en los años 80 por el biólogo americano E. O. Wilson, defensor de la idea de que el contacto con la naturaleza es esencial para el bienestar del ser humano. De hecho, el significado literal de biofilia es “el amor a la vida y a los seres vivos”. A raíz de este reencuentro con la naturaleza han ido surgiendo propuestas arquitectónicas que apuestan por restablecer este vínculo para conseguir entornos saludables.

Los pilares del diseño biofílico

A diferencia de lo que se pueda pensar, esta corriente arquitectónica no se centra tanto en aspectos que persigan una mayor eficiencia energética de los edificios ni la construcción de hogares sostenibles o el uso de materiales ecológicos. Se trata más bien de inculcar una sensación de bienestar en los usuarios que ocupan sus instalaciones.

El objetivo principal de este tipo de arquitectura es, por ende, crear lugares orientados a la felicidad, que aporten positivismo y que transmitan tranquilidad, calma, buenas energías… Hasta el punto de conseguir que un ambiente artificial tenga en nuestra salud los mismos beneficios que (¿por qué no?) un paseo por el bosque.

¿De qué beneficios hablamos?

La investigación internacional Human Spaces Report, llevada a cabo en 2015 por el profesor Sir Cary Cooper e Interface en el que se recogió la experiencia de 7.600 trabajadores de oficinas de 16 países diferentes, demostró que aquellos que desarrollaban sus funciones en edificios con diseño biofílico demostraban niveles más altos de bienestar, productividad y creatividad.

Pero, ¿por qué un espacio que nos conecta con la naturaleza puede hacernos sentir mejor? En esencia, se trata de una cuestión de calidad de vida. Tal y como explicaba la arquitecta Claudia Bonollo a la conocida revista Houzz, “nuestro estado de ánimo y nuestra capacidad de comunicación están influenciados por una combinación de aspectos físicos, mentales y sensoriales. Por eso, un ambiente que involucre todos los sentidos nos hace más felices y receptivos”.

¿Cuáles son las premisas para crear espacios según el diseño biofílico?

Sobre el autor

Lucía Díaz