Cada día estamos más familiarizados con el término Slow Life y, de hecho, desde hace un tiempo, se trata de una tendencia cada vez más extendida. Y no es una moda; es mucho más, ya que el movimiento Slow Life es una forma de vida que surge como respuesta al ritmo de vida actual que nos aboca al estrés.
Se cuenta que el movimiento Slow se inició en Roma como protesta a la apertura de un McDonald’s en la Piazza di Spagna, donde nació la organización Slow Food contra la estandarización de la gastronomía.
En la actualidad, Slow Life supone una filosofía de vida basada en la desaceleración con el fin de vivir el momento presente y disfrutar plenamente (y conscientemente) del ahora. Desacelerar el ritmo para conceder tiempo a actividades placenteras y que nos hagan felices.
En este sentido, un entorno agradable que aporte sensación de paz y tranquilidad es un gran aliado. Por ello, el espacio en el que vivimos es muy importante. El hogar tiene que ser un espacio armónico y equilibrado para relajarnos. El escenario perfecto para (re)conectar con nosotros mismos y también para conectar con los demás y favorecer la relación armónica de los miembros de la familia.
Incorporemos también el concepto Slow Deco. Son muchos los aspectos que nos van a ayudar a crear escenarios con estas características. Vamos a verlos.