Año tras año, las subidas en la factura del hogar se convierten en una rutina que nos hace cuestionarnos la forma en la que vivimos y anima cada vez a un mayor número de personas a apostar por casas pasivas. La subida de un 6% del gas, con respecto al año pasado, y de un 7,3% de la luz el pasado diciembre, ha llevado a que muchas familias valoren la adquisición de viviendas construidas de acuerdo con unos principios pasivos, en cuanto a condiciones de aislamiento, de hermeticidad o ventilación, apostando por el menor consumo energético posible.
En este tipo de construcciones es clave tanto la orientación como el material de las ventanas, las cuales se intentan ubicar de forma que se aproveche al máximo la luz y la radiación solar, evitando así la excesiva dependencia de fuentes de energía externas. Aunando por una construcción sostenible, suelen usarse materiales reciclados o naturales que, a su vez, tengan gran capacidad de aislamiento térmico y larga vida útil. Para su construcción se emplean, además, procedimientos de bajo impacto ambiental.
Un consumo energético prácticamente nulo es uno de los objetivos en los que adquieren nuevas viviendas. Se las denomina Casa Pasivas porque están construidas de acuerdo a los principios del estándar alemán Passivhaus, donde se consideran características como el aislamiento, la hermeticidad, la ventilación, la orientación o el aprovechamiento de la radiación solar. El pilar principal es apostar por un menor consumo energético sin renunciar al mayor confort posible.
Estas medidas pueden incrementar el ahorro en calefacción y refrigeración entre un 80 o 90% y que no es necesaria una fuente de energía adicional para cubrir gran parte de las necesidades energéticas de cualquier hogar. A continuación, te dejamos algunas de las principales características que hacen a estas casas pasivas y que, incluso en viviendas normales, podrá ayudarte a reducir el coste energético.