El gusto por el detalle, la madera y el buen hacer artesano. ¿Qué diferencia a un mueble antiguo de otro contemporáneo? Todavía hoy, son muchas las personas que se sienten atraídas por muebles y objetos de antigüedad que les transportan a otra época. Y es que, según el libro 'Arrelats a la terra, 30 mobles seleccionats d’una col·lecció privada', los muebles antiguos no solo decoran estancias, sino que son capaces de hablar y transmitir emociones.
Esta es la premisa bajo la que nace este volumen que cuenta con textos de Mónica Piera y fotografías de Lluís Casals. En él, los amantes de las estructuras inéditas, descubrirán una colección de mobiliario catalán y europeo de los siglos XVI al XIX compuesto por 15 piezas catalanas, 10 de italianas, una menorquina, tres procedentes de tres lugares de España y una de París.
Un libro que es también un viaje por diferentes momentos de la historia del diseño. Muestra de ello es la variedad de datación con un mueble del siglo XVI, cuatro del siglo XVII, 22 del siglo XVIII y tres de principios del XIX. Eso sí, si hay una madre preferente y común, es el nogal cálido y dúctil.
Cuando nos referimos a este texto por su valor histórico, también hacemos referencia a esas páginas en las que se pretende explicar cómo se las ingeniaban los artesanos para convertir los troncos en obras artísticas. Un salto temporal que nos lleva a valorar todavía más el verdadero espíritu artesano.
'Arrelats en la terra' subraya el papel esencial de los árboles, seres vivos que procuran la materia prima con que se construyen estas obras de arte y homenajea los carpinteros y ebanistas anónimos que proyectaron estas proezas.
'Arrelats a la terra' es un homenaje a homenaje a los carpinteros y ebanistas y reivindica la capacidad de diseño de los mobilistas de antes de la industrialización.
El libro también nos plantea preguntas: "¿Te puedes llegar a enamorar de un mueble?" Según el buscador de belleza Àngel Surroca, presente en la exhibición del libro el pasado mes, «hay una cosa que no puedes hacer con uno cuadro, que es acariciarlo, que es tocarlo. Es la sensación del tacto, de los barnices, de la pátina que tiene el tiempo. Y a veces el olor de la madera. Todas estas sensaciones son las que al final me hacían decidir por un mueble y no por otro".
Entre muebles históricos, en este texto, descubrimos el equilibrio entre las palabras y las imágenes. Un libro que, según su propia autora, Mónica Piera, "está pensando para enamorar a aquel que nunca ha mirado antigüedades o que nunca ha mirado el arte". Y es en el arte, en la misma materia de ese mueble que viaja a tarvés de los siglos de historia, donde uno "puede encontrar una salvación y la respuesta a muchas cosas", confirma Piera.
Dos piezas maestras de la Colección Surroca
'El tocador del casal Borràs de Gay' (Reus, 1770-1790)
Se trata de una pieza muy fina y una de las mejores piezas del mueble catalán, según la autora del libro. Mantiene un "equilibrio maravilloso entre la parte de madera hecha por el carpintero –la parte de la calaixereta hecho con unos movimientos muy elegantes– y un espejo con marco cortado muy ligero que se expresa según parámetros del rococó; es decir, intentar que el mueble parezca la natura que crece jefe el cielo o las llamas del fuego".
La idea del rococó es que la naturaleza entre dentro de casa y no se pare nunca. ¿Cómo consigue el carpintero transmitirlo con tablas de madera rectas? ¿Cómo lo hace el carpintero para dar la sensación de que el mueble levita?", se pregunta Piera.
'El canterano del Mestre del gall dindi' (Torroella de Montgrí, finals s. XVIII)
Esta es otra de las piezas imprescindibles de esta colección por sus enormes medidas y su potencia. Es un mueble, pero sobre todo una escultura. Cuando lo observas a fondo descubres que es un canterano, un mueble de cajones. "Su proporción es absolutamente desmesurada y sus formas son un juego de motlluratge, curvas y contracorbes. Es un mueble que recoge el mejor que puede hacer un carpintero con sus herramientas para conseguir una gran escultura.