El estilo industrial contemporáneo –contemporáneo en cuanto a que poco tiene que ver con el original de la Revolución Industrial del siglo XVIII– es hoy día por todos reconocible por sus techos altos, paredes de ladrillo, vigas y tuberías a la vista, muebles vintage… Un estilo urbano, ecléctico y versátil que pusieron de moda los artistas neoyorquinos de los años sesenta, cuando empezaron a reutilizar espacios de fábricas abandonadas del Bajo Manhattan para instalar sus viviendas y estudios.
Sus lofts, respetuosos con la arquitectura original, bañados con abundante luz natural y con un enorme potencial, no tardaron en convertirse en un lugar deseable para vivir para el resto de mortales. Pero el espacio en las grandes ciudades, ya se sabe, se cobra a precio de oro. Un impedimento que marcó el inicio del diseño de aspecto industrial adaptable a cualquier vivienda. Así triunfaron recursos tan visuales como paredes sin pintar o decapar, muebles con un toque desgastado, como sofás con acabados de cuero o mesas hechas a partir de palés, accesorios de herencia industrial, como relojes de grandes esferas o archivadores, y un largo etcétera.
Hoy, el espíritu del estilo industrial contemporáneo está más vigente que nunca. Solo basta pasearse por muchos de los coworkings creados en los últimos años. Espacios de trabajo compartido y colaborativo en los que prima la amplitud espacial, el minimalismo de muebles para fomentar la creatividad y la concentración, las luminarias a gran escala o los aparatos de ventilación al descubierto.
Descubre los elementos imprescindibles para conseguir crear espacios con un estilo industrial contemporáneo.