Imaginamos que lo sabes, pero conviene recordarlo: San Sebastián es mucho -mucho- más que una oleada de turistas en la playa de la Concha. Es una ciudad cargada de riqueza artística y cultural en la que se potencian diferentes disciplinas, entre ellas -como ya imaginarás- la ‘oh todopoderosa’ gastronomía. Y es que en Donosti no solo se come bien: la cocina hace mucho tiempo que se convirtió en objeto de investigación, innovación y cantera de talento, y en su desarrollo, impulso e internacionalización influyó, sin lugar a dudas, el trabajo del Basque Culinary Center. Ahora esta institución académica prepara la construcción de un nuevo y ambicioso proyecto de la mano del estudio de arquitectura danés BIG. Un imponente laboratorio de experimentación gastronómica. ¡Te lo contamos!
El concurso internacional para el diseño y creación del nuevo edificio GBe -Gastronomy Open Ecosystem del Basque Culinary Center (BCC)- en la capital guipuzcoana lo ganaron los daneses Bjarke Ingels Group (BIG), artífices del diseño de NOMA, del chef René Redzepi, ubicado en Copenhague y considerado el mejor restaurante del mundo. El famoso estudio de arquitectura compitió junto a otros grandes de la talla de 3xn (Dinamarca), Office of Metropolitan Architecture-OMA (Países Bajos), Snohetta (Noruega) y Toyo Ito & Associates (Japón). ¿El presupuesto? La friolera de 26 millones de euros en una obra que ha empezado en marzo de 2023 y que durará alrededor de 9 meses.
Ya está todo más que pensado, y parece que 2024 será el año en el que el barrio de Gros dará la bienvenida a su nuevo vecino ‘Olatuen Bidea’, que significa ‘Camino de las olas’. Y es que el diseño de su cubierta en formas curvas junto a Zubiri-Manteo (en Avenida de Navarra) parecerá una extensión de la montaña entrando a la ciudad. Un espacio multidisciplinar que unirá innovación, talento, emprendimiento, gastronomía e investigación para crear un ecosistema de referencia mundial basado en una visión ‘Gastronomía360’, con la que prometen trabajar en los retos del futuro a través del conocimiento.
Hablamos de una superficie de 9.000 metros cuadrados de singularidad arquitectónica, integración en el entorno y funcionalidad, concebida como una extensión del paisaje urbano de San Sebastián. Para el estudio, su propuesta ‘libera el espacio y proporciona parques en el techo que invitan a la ciudadanía a participar con el arte y la ciencia de la gastronomía’. Tampoco se han olvidado, cuenta Bjarke Ingles -fundador y director creativo de BIG- del tramo del Camino de Santiago que pasa por allí, y es que cree en su potencial de atracción para los caminantes culinarios de todo el mundo, quienes también podrán disfrutar de esa fusión entre arquitectura, gastronomía y tecnología, ciudad y naturaleza, edificio y parque.
Pero, ¿qué albergará realmente el interior del nuevo Basque Culinary Center? Dentro encontraremos diferentes espacios que componen el engranaje de la propuesta. Por ejemplo, uno de los elementos esenciales de esta construcción será el espacio que constituye la columna vertebral del edificio y que conectará diferentes áreas, donde además se hará realidad la frase ‘del campo a la mesa’: hasta allí llegarán los productos locales desde un simbólico mercado ubicado en la plaza, que se emplearán directamente en las cocinas, aulas y laboratorios convertidos en escaparates, y donde se apreciará su recorrido hasta llegar al restaurante.
Una plaza pública ideal que funcionará como punto de encuentro y diálogo entre la ciudad y su gastronomía. La cubierta ajardinada será el observatorio perfecto de lo que ocurra dentro, pero también una aireada explanada para pasear y disfrutar de unas increíbles vistas del Cantábrico. La distribución de todas sus áreas por plantas, su propuesta de auditorio-grada polivalente y el espacio expositivo como elemento clave de la actividad del centro, responden a una necesidad de interacción entre diferentes ámbitos y actividades que se puedan generar.
Aunque uno de los prometedores y más positivos logros de esta propuesta es haber sabido integrar el edificio con un entorno natural y cultural único teniendo muy en cuenta el contexto de la ciudad, incluso si hablamos de los materiales que habitualmente se están utilizando en el territorio. Y es que será fácil encontrar referencias de construcción adquiridas en el camino de Santiago, en las esculturas de Chillida o en las formaciones rocosas del Flysch, que se verán representadas en los materiales y formas que darán forma al edificio. Una propuesta consciente, sostenible y versátil que aportará movimiento y diálogo a la zona, pero también convertirá a Euskadi en un referente mundial en cuanto a innovación tecnológica dentro del ámbito de la alimentación.
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