No podría haber un sitio más apropiado para disfrutar de la primavera que un restaurante que se llame Bloom (florecer en inglés). La última apertura de Salvador Bachiller en Madrid rinde homenaje a esta estación, no solo con su nombre, sino con todo su diseño y decoración. Ya desde fuera se puede intuir lo que hay dentro: una explosión de flores en su máximo esplendor con el rosa y el blanco como hilo conductor.
La conocida marca de moda española ya cuenta con otros tres espacios gastronómicos igual de animados y especiales que este. Se trata de gatrobares muy cuidados, con entornos mágicos y totalmente inesperados, y una decoración única. Pero todos con algo en común: “Queremos que el cliente se sorprenda, que encuentre un lugar mágico, lleno de flores, de luces, de colores y que le llevemos a otro lugar al margen de lo que hay en la calle”, afirma Elena Vallejo, responsable de comunicación de Salvador Bachiller.
El primer gastrobar que abrieron fue El Jardín, con un delicado salón inglés con chimenea incluida para el invierno y una terraza en el piso superior con la vegetación como centro. “Lo abrimos en 2014, después llegarían El Invernadero (Gran Vía, 65) y El Rincón Secreto (calle Alcalá, 151). Los creamos para diversificar, pero también porque queríamos sorprender con sitios preciosos donde puedes tomarte algo, con muchísimos detalles en lo que a decoración se refiere y donde, además, si te gusta algo de lo que ves, lo puedes comprar en la tienda: desde las plantas hasta la taza del café”, explica Vallejo.