Que el espacio tiene una influencia directa en el cerebro no es nada nuevo y, aunque en los últimos años han cobrado fuerza disciplinas como la neuroarquitectura, lo cierto es que la arquitectura ha sido utilizada desde hace miles de años como una herramienta para modificar o modelar la conducta del hombre e influir en sus emociones. Pensemos, por ejemplo, en los monasterios y conventos, construidos para personas privadas de todo tipo de distracciones. La altura de los techos, la frialdad de sus paredes, la poca cantidad de luz… todo invita al recogimiento y la oración.
Si combinamos la neuroarquitectura con el neurointeriorismo, potenciamos aún más sus posibilidades en todo tipo de espacios con diferentes fines: incentivar la compra y el consumo en comercios y restaurantes, fomentar la creatividad o favorecer la concentración en espacios de trabajo, etc. En casa, ambas se utilizan para generar bienestar en las personas que habitan ese espacio y transmitir emociones positivas.
Según Amparo Galán, interiorista emocional, “ante la vorágine de información y estrés que presenta nuestro mundo actual, el interiorismo emocional o regenerativo surge como una corriente de búsqueda interior para encontrar aquello que nos falta dentro de nosotros mismos a través de la conexión con los espacios habitables”. Su objetivo es, por tanto, “actuar sobre nuestra percepción sensorial para cambiar, a nivel neuronal, nuestras creencias y modificar los pensamientos que nos llevarán a actuar de manera diferente”.
Mediante texturas, acabados, aromas, sonidos… y todo tipo de sensaciones que nos llegan a través de los cinco sentidos (al que Galán suma también el de la intuición), el interiorismo emocional contribuye a aportar calma, paz y relax desde la decoración del hogar, ayudando a rebajar así la sensación estrés de forma continuada cuando nos encontramos en casa.
Más allá de las emociones
Mientras que otras disciplinas como la geobiología, el diseño biofílico, la aromaterapia o el hogar sin tóxicos favorecen la salud en el hogar, el interiorismo regenerativo está más enfocado “a sanar ese aspecto emocional que fomenta un bienestar diario y una mejora de la autoestima, lo cual genera un equilibrio en la vida”. Una finalidad que difiere en cierto modo del Feng Shui, que —puntualiza la experta— “se centra en cómo se desarrolla la energía de vida o chi en función de tres factores: la ubicación y orientación, el tiempo y la persona”. “Es cierto que también habla del entorno y de las formas que nos rodean, y que es una disciplina muy seria que debería ser considerada como indispensable a la hora de realizar cualquier proyecto de arquitectura, pero nada tiene que ver con la percepción sensorial de la persona”, afirma.
Aplicar el interiorismo regenerativo en el hogar tiene múltiples beneficios para sus moradores: desde armonizar las relaciones entre ellos hasta encontrar la motivación para lograr un objetivo o mejorar su estado de ánimo.
Aunque a la hora de emplear esta técnica, Amparo Galán señala que es fundamental conocer bien a la persona e indagar en su memoria emocional y en las características del espacio exterior, la experta nos da algunaos consejos prácticos en relación a diferentes aspectos esenciales.
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