Si alguna vez has hablado con un interiorista, habrás oído de su boca todo tipo de alabanzas hacia las cortinas. Este elemento, pegado a la pared, sobre las ventanas, puede pasar desapercibido y, sin embargo, tiene un papel clave en la decoración y la armonía de las estancias. Es como el nexo común, la línea conductora que une todo lo demás y aunque optemos por un tono discreto, esta pieza de tejido puede tener la importancia suficiente para que todo lo demás tenga sentido.
Son muchos los aspectos que entran en juego a la hora de elegirlas: el color, el tejido, el peso de este, el largo, el forro, los alzapaños y por supuesto, si las hacemos a medida o seleccionamos unas de las que ya están listas para llevar en el mercado. Todos estos detalles pueden hacerte sentir que no tienes los suficientes conocimientos para tomar esta determinante decisión decorativa tú solo, por eso, hoy vamos a ver algunas pautas generales que pueden encaminarte hacia la decisión correcta.
¿Cómo tienen que ser las cortinas de largo?
Últimamente, habrás podido escuchar que las cortinas tienen que descansar en el suelo, pero realmente esto es una cuestión de modas y de estilo. Para una apariencia más clásica es cierto que las piezas de tela deben tener unos centímetros más que su largo natural, para que puedan apoyarse en el suelo, pero si lo que quieres es atribuirle un aspecto moderno y minimalista, con la longitud natural a ras de suelo bastará.
Las cortinas también son un elemento para jugar con la altura de la estancia. Si quieres aportar un aire sofisticado y señorial puede subir el punto de partida desde donde cuelguen las mismas unos centímetros, de esta manera, parecerá que la estancia gana en altura y este detalle la dotará de un estilo mucho más elegante y sofisticado.
Si has decidido crearlas a imagen y semejanza de tus ventanas, para tomar medidas debes partir de la parte superior de la ventana -más los cenímetros que hayas decidido añadir, si quieres ganar altura- hasta el suelo. En cuanto al ancho, no olvides añadir entre diez y veinte centímetros a cada lado. Sé generosa, pues la amplitud de los pliegues repercutirá directamente en la apariencia final de las cortinas. Pero además esto tiene una funcionalidad, pues cuanto más tejido, las cortinas ejecutarán mejor su función de proteger la estancia del sol.
La tela y el color importan
Para elegir el tejido debemos pensar antes qué queremos conseguir con las cortinas que vamos a comprar. ¿Queremos una opacidad total cuando las corramos o simplemente un velo que suavice los rayos de sol en las horas más intensas del día? En función de esto escogeremos el tejido de las mismas y si optamos por la primera opción deberemos seleccionar telas más pesadas. Con estos tejidos hay que tener especiales precauciones para que el aspecto, una vez colocadas quede como esperamos. El riesgo que se corre con este tipo de tejido es que al ser tan recio no pliegue bien cuando las recogemos. Para solucionar esto, uno de los trucos es, cuando estemos en la tienda subirnos a una silla, frente a una ventana, y simular el pliegue que hará la cortina en el punto más alto que podamos. Si el tejido brilla, lo más probable es que no se pliegue tal y como lo hace en nuestra cabeza. Haz esta prueba con un buen pedazo de tela, ya que es la manera de que este test muestre la verdadera calidad del tejido.
Otro aspecto que deberemos tener en cuenta es que las cortinas son un elemento que están continuamente expuesto a la luz solar y esto puede tener consecuencias sobre las mismas. Con el tiempo el tejido irá perdiendo intensidad, por eso, dependiendo de si estamos hablando de una habitación que recibe mucha radiación solar, o poca, tendremos que evitar los colores saturados y brillantes que son los que más rápido se destiñen. Pero esto también depende de la frecuencia con la que es cambie la decoración de la estancia, ya que si se hace frecuentemente, al tejido no le dará tiempo a desgastarse.
Si quieres asegurarte de escoger un tejido con buena caída, el lino, la seda sinténica y el terciopelo son tres elecciones que nunca decepcionan para confeccionar cortinas ya que por su composición suelen tener buena caída. La seda sintética es mejor opción que la natural, porque en una habitación realmente soleada sufre menos los efectos del astro rey sobre ella.
También es importante tener en cuenta el clima del lugar donde se encuentra la estancia, pues el tejido también puede ayudar a resguardarnos del frío: la gamuza, la tela de tapicería o el tweed son muy buenas opciones para estos casos.
¿Hechas a medida o compradas de 'stock'?
Es otra de las decisiones claves que deberemos tomar. Las cortinas hechas a medida ofrecen el gran beneficio de que se realizan para cubrir todas las necesidades de la ventana sobre la que van a colgar: en cuanto a tamaño, a diseño y a material. Todos los detalles son personalizados y probablemente no encontrarás a nadie con las mismas. El gran inconveniente de esta opción es que existe realmente una gran diferencia de precio con las cortinas que ofrecen las tiendas ya confeccionadas y listas para colgar.
Sin embargo, decantarse por unas cortinas de stock no tiene por qué trasladar un aspecto de baja calidad a la estancia donde se coloquen. Para huir de esto, lo mejor es alejarse de grandes almacenes que suelen ser el primer recurso de todo el mundo a la hora de buscar cortinas. Con un poco más de investigación se pueden encontrar opciones igual de económicas, pero menos conocidas que aportarán un plus de exclusividad. Si cuentas con un poco más de presupuesto puedes decantarte por opciones con estampados creados por diseñadores emergentes o por tiendas recónditas que no se encuentran en Internet. El objetivo aquí es buscar la diferencia.
En busca de la funcionalidad
No se puede pasar por alto a la hora de elegir las cortinas su mantenimiento. En este aspecto, tiene mucho que ver la vida que se realiza dentro del hogar. No es lo mismo una casa en la que todos los convivientes son adultos que otra en la que hay niños. Probablemente, en esta última, las cortinas se ensuciarán con mucha más frecuencia por lo que para este caso será mucho más práctico elegir un tejido que se pueda meter en la lavadora y no únicamente apto para el lavado en seco. Tener esto en cuenta desde un primer momento ahorrará tiempo y dinero, ya que si te decantas por un tejido de alta calidad y a largo plazo lo tienes que llevar de manera muy seguida a la tintorería, perderá su lustre en poco tiempo y la inversión no habrá merecido la pena. Esto por no hablar de la nueva inversión que tendrás que hacer en estos lavados en seco.
Con ayuda profesional
Si todos estos aspectos han hecho que se sienta un poco abrumado, no hay problema: ¡déjelo en manos de un profesional! Puede contar con los servicios de un interiorista al uso que le aconsejará en función de todos los elementos de la estancia, del estilo de vida y de su presupuesto, cuál es la mejor opción para este caso. También existen algunas compañías de venta de textiles que cuentan con el servicio de un asesor a domicilio. Este evitará el perezoso momento de desplazarse hasta sus instalaciones y garantizará una atención individualizada.
Por último, las nuevas tecnologías también han hecho su aparición dentro del mundo de la decoración y algunos de estos profesionales cuentan con sesiones online de asesoramiento. Normalmente estos servicios se contratan por un tiempo determinado en el que a través de una charla con el profesional, entre ambos decidiréis qué opción de cortina es la que más favorece a la estancia.