Si hay persona en el mundo que puede convertir un hotel en una auténtica uva gigante, esa es Nini Andrade Silva, la diseñadora de interiores que no sigue ninguna tendencia si no más bien las crea. Y The Lodge es muestra de ello. “A mi me gusta mezclar un poco de todo y encontrar el equilibrio. Detalles modernos, otros clásicos, contemporáneos e incluso minimalistas. La clave está en saber como combinarlos y hacer que funcionen en el espacio”, nos explica Nini. Una técnica que ha puesto en práctica en uno de los proyectos más espectaculares de su carrera, este hotel ubicado en Portugal, concretamente en la Rue de Serpa Pinto 60, en la Vila Nova de Gaia.
“The Lodge es sin lugar a dudas un enclave mágico, un espacio en el que disfrutar de una experiencia que empieza nada más poner un pie dentro. Y factor clave de ello es el excelente trabajo que Nini ha hecho, creando un espacio entorno a la cultura del vino pero que al mismo tiempo uno se siente en casa”, revela Cláudia Barbosa, directora de marketing de hotel. El vino, por supuesto, tenía que ser tema por excelencia del hotel, ubicado en la zona de Portugal que reúne en exclusiva todas las bodegas de la zona. Pero el reto era en hacer que a la par fuese un lugar cálido y acogedor. Y por supuesto Nini lo ha conseguido. ¿El punto diferenciador y clave? Poner la uva como el elemento característico y los colores propios de los viñedos como protagonistas.
El Río Duero, el vino y Oporto: tres puntos clave
“Ubicado en la zona por excelencia del vino, Gaia, y con el Duero al lado, The Lodge tenía que estar inspirado en ambos aspectos. Sin olvidar que estamos a 20 minutos andando del centro de Oporto”, nos sigue contando Cláudia. Tres puntos muy importantes que se han querido transmitir a través de la decoración e interiorismo. “Antes el hotel era una antigua fábrica, y cuando fui a ver el espacio por primera vez tenía claro que quería todo abierto, con los tonos propios del vino, así como los materiales. La madera, por ejemplo, es esencial”, nos cuenta Nini Andrade.
El vino, el gran protagonista, incluso en el baño
“El vino, trasladado en muchos aspectos, está presente en toda la decoración del hotel, es el punto esencial y no podía ser de otra forma estando en Gaia. En el lobby, en el bar, en los pasillos, habitaciones, restaurante e incluso en los baños”, sigue contando Nini. “Así que decidí coger la forma de la uva como referencia, así como los materiales de las barricas y los tonos propios del vino, ese lila-azul con el marrón, naranja”.
Puntos que se traducen en mesas en forma de uva en el bar, sillones con la misma forma, incluso la televisión de las Signature Suites. Y lo más importante, la gran uva de los baños de las zonas comunes. “La gente alucina cuando las ve, es muy gracioso. Decidí que el baño, una zona que siempre defrauda, tenía que ser todo lo contrario, el espacio donde llevarse el móvil para tomar una foto. Así que decidí poner una gran uva gigante partida por la mitad que es donde la gente se lava las manos. Me encanta”, nos sigue contando Nini.
La majestuosa escalera común que hay en el bar y que conduce a la primera planta, la zona business, con muchas salas para hacer conferencias y demás, es otro claro guiñó a la cultura del vino. “La escalera tenía que estar sí o sí, y decidí hacer como si de una gran pipa se tratará”, cuenta Nini, Y dicho y hecho, una obra de arte con la madera como protagonista. “La escalera es moderna, pero al mismo tiempo clásicas con la introducción de la madera. Es algo impactante y único y estoy muy orgullosa de ellas”.
Grandes cestas artesanas con mucho historia
Nada más poner un pie dentro del hotel, se encuentra la recepción y seguidamente el bar. Dos espacios claramente conectados con la cultura del vino más latente que nunca. Prueba de ello son las cestas que decoran las columnas: enormes y con mucha historia detrás. “Las grandes cestas artesanas son otra pieza esencial del hotel. Me encontré un artesano un día que las hacia a mano, en formato pequeño claro está, entonces decidí que tenía que introducirlas en el hotel. Cuando le pedí que me las hiciera el triple o más de grande se negó al principio, decía que estaba loca”, nos cuenta Nini entre risas.
Un no que pronto se convirtió en un sí. “Además le dije que no tenía que terminarlas, quería la parte de arriba deshilada. Alucinaba, pero cuando vio el resultado final puesto en el hotel le encantó”, sigue explicando Nini. “Para mi es muy importante introducir la artesanía local. En Portugal tenemos a muy buenos profesionales y es importante mostrar sus trabajos y apostar por su talento”. Un resultado muy reconocido al que le siguen paredes que simulan las cortezas propias portuguesas, suelos con alfombras que representan los antiguos de cimiento e infinitos detalles más. Incuso los sillones son en forma de uva. Ahora bien, el azul-lila de la uva y los diferentes tonos marrones de la madera están presentes en cada uno de los rincones.
Los pasillos, grandes obras de arte
“Los pasillos de todas las plantas son una obra de arte. Grandes alfombras que representan el vino corriendo y concretamente, cuando se esta agitando. Se tiene que ver para poder contemplarlo y admirarlo.”, nos sigue contando Nini. Muy elegantes pero modernos al mismo tiempo, y con una iluminación muy tenue. “Queríamos que los pasillos tuvieran poca luz, una forma de relajarse y dar más protagonista a las habitaciones: cuando abres la puerta una explosión de luz con vistas al Duero te invade”.
Arriba el talón de las Signatures suites
Cada una de las habitaciones es muy especial. Todas con mucha luz, y manteniendo los tonos y guiños al vino y el Duero que recorre todo el hotel. Pero si hay unas que predominan por encima de todas son las dos Signatures Suites, una auténtica pasada y tanto es así que se puede hablar de una casa totalmente. “Fue un reto que disfrute mucho. Quise introducir un poco de todo como si de un piso se tratará, desde un gimnasio, a un salón, un baño espectacular, pero, sobre todo, una habitación principal que fuera un espectáculo”, cuenta Nini. Y lo ha bien conseguido: una gran cama desde la que uno puede abrir el talón (literalmente) y disfrutar del espectáculo. ¿Cuál? El río Duero.
Dona Maria, un restaurante exquisito con propuestas de la zona
Dona Maria es el restaurante del hotel, donde también se sirven los desayunos. Un lugar único, amplio y con una gran barra en el fondo. Mesas de todos tipos, algunas alargadas, otras redondas, así como las sillas y sillones. Un popurrí de mucho que ha sido muy bien pensado. “Quise introducir unos sillones con el respaldo muy alto, muy elegantes, que al mismo tiempo son ideales cuando el restaurante no está muy lleno. El cliente que vaya y se siente a cenar nunca se va a sentir solo, ya que estará como en un nido” cuenta Nini.
Un menú formado por platos con productos locales y de altísima calidad, que dan como resultado recetas tradicionales con guiños modernos. Y todo marinado con una propuesta de vinos excelentes y muy extensa. El carpaccio de vieira, o la crema con foie y palomitas son dos apuestas atrevidas pero sorprendentes y exquisitas al mismo tiempo. Sin olvidar los arroces, también muy aclamados. Y por supuesto, los aclamados postres.
“El desayuno se sirve en el mismo espacio y se trata de un buffet con opciones a la carta para pedir. Ahora bien, cuando tenemos poca ocupación apostamos por hacer un desayuno únicamente a la carta. Nuestra forma de apostar por la sostenibilidad y evitar tener que tirar comida”, nos cuenta Cláudia. Una gran decisión, ya que el menú a la carta es igual de completo que el bufet, ofrece todo, pero bajo demanda. Ahora bien, cuando todo el buffet está expuesto es para no terminar en una semana. Propuestas para todos los gustos para satisfacer a cualquier paladar.
Cata de vinos, gimnasio y mucho más
“Ofrecer una experiencia inolvidable, única, de aquellas que siempre se recuerdan. Es nuestro principal objetivo, y se trata de una vivencia que empieza nada más poner el pie dentro del hotel, incluso momentos antes en el momento de hacer la reserva”, nos sigue contando Cláudia. Así, se encuentran disponibles un seguido de servicios que van sumando experiencias, tanto dentro como fuera el hotel. “A nivel interno, ofrecemos la posibilidad de hacer catas de vino en el mismo bar del hotel, catas que uno puede hacer solo con indicaciones que hemos preparado o con un sommelier”. “Además, también organizamos visitas a bodegas. Unas que seguro no encuentras de ‘normal’ y que sin lugar a dudas son muy especiales. También contamos con un pequeño gimnasio equipado con todo, así como una piscina y más”, nos sigue contando Cláudia.
Un completo para vivir una experiencia única en un lugar diseñado con mucho encanto, pasión y buen gusto. “Estoy muy orgullosa del resultado, muchísimo. Y tanto es así que incluso mi hermana me echa la bronca diciendo que deberían ser los otros que reconocieran mi trabajo. Pero a mi me encanta y lo digo. ¿Qué hay de malo en ello?”, nos dice Nini. Hotel The Lodge es sin lugar a dudas, un espacio único.
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