En una ciudad donde los estragos de la Segunda Guerra Mundial se vivieron con especial dureza, cada edificio se levanta con un profundo y propio significado histórico. Y es que hay muchas Varsovias: la de antes del conflicto, la de la dominación rusa y la de la democracia. Cada una con su arquitectura, pero todas fervientes por seguir creciendo con interesantes propuestas artísticas y de diseño. Te invitamos a descubrir los contrastes de una capital en plena ebullición creativa.
Desde dentro
De la colorida ciudad vieja (reconstruida piedra a piedra por los vecinos a partir de las pinturas de Canaletto) a las grandes avenidas comunistas y los modernos rascacielos acristalados del centro financiero, Varsovia es una caja de sorpresas. Un lugar en el que aprender la historia en sus calles, y en el que descubrir a cada paso incansables propuestas de diseño. Empezando por sus locales: tiendas de ropa, perfumerías, restaurantes, teterías, hoteles o grandes almacenes se dejan guiar por las últimas tendencias sorprendiendo con terciopelos, colores vibrantes, metales, madera y hormigón. Una mezcla de estilos que hace que pasear por calles como Koszykowa, en pleno centro, sea un auténtico placer visual.
En este sentido, el talento polaco sale a relucir con proyectos como el de Autor Rooms, un boutique hospitality concept impulsado por el reconocido Mamastudio que invita a los huéspedes a disfrutar de un apartamento de 200 m2 con muebles, diseño y arte polacos, exclusivamente. No obstante, la huella española también se abre paso en Varsovia con interiorismos como el del restaurante Europejski Grill, una obra de Lázaro Rosa-Violán dominada por los blancos y los azules típicos de la cerámica de este bello país.
Para los amantes de la artesanía, pues, Varsovia es, además, un destino imperdible para conocer el delicado resultado del trabajo hecho con las manos. Así, no es extraño encontrar tiendas dedicadas a la venta de piezas de cerámica y porcelana (cuya tradición se remonta al siglo xviii): Porcelanowa es una de ellas, con obras de un basto abanico de artistas nacionales (Marek Cecuła, Malwina Konopacka, Maria Jeglińska...), y otra es Fenek, que merece una visita por su concepto de tienda-taller.
Por su parte, y echando la mirada atrás, los más curiosos podrán viajar hasta los hogares de la época comunista visitando el Museo de los tiempos del régimen comunista, y volver al presente con los muebles de diseño de showrooms como DecoDialogue (con una interesante mezcla de esencia danesa y polaca) o Lux’Arte, en un concepto más moderno con firmas como Fendi Casa o Bentley Home.
Nueva cara
En términos arquitectónicos, la ciudad es testigo de propuestas cada vez más vanguardistas, con nombres como el de Norman Foster en la cabeza de la lista. Él es el responsable del Metropolitan, edificio al que se unen demás iconos futuristas, como la Warsaw Trade Tower, el edificio Atrium o las Złote Tarasy (Terrazas Doradas), otro símbolo de la nueva Varsovia. Mención especial requieren el Museo de la Historia de los Judíos Polacos (POLIN) y la Biblioteca de la Universidad de Varsovia, dos postales de impacto con sus atrevidas formas y juego de colores. Así, mientras el primero se ubica en el antiguo emplazamiento del gueto de la capital con un reconocido diseño del estudio finlandés Lahdelma&Mahlamäki Architects, el segundo se levanta conjugando el hormigón visto, el vidrio verde y la vegetación frondosa en un proyecto firmado por los arquitectos Marek Budzyński y Zbigniew Badowski.
De la gran envergadura de estas construcciones, a la pequeñez de la Casa Keret, el arquitecto polaco Jakub Szczęsny decidió crear la casa más estrecha del mundo (apenas mide un metro en su parte más angosta). Y lo hizo encajonada entre dos edificios, muy cerca del antiguo puente de madera que conectaba el gueto largo y pequeño de Varsovia. A día de hoy funciona como instalación artística, igual que el Museo de Neones situado en el barrio de Praga, al otro lado del Vístula. De este último cabe destacar lo genuino de sus edificios, únicos supervivientes de la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en una parada obligada. Un distrito que fue escenario de El Pianista y que clama por reinventarse con múltiples propuestas artísticas y culturales. Los murales hechos street art son buena prueba de ello. Y todo junto, de la ciudad de mezclas que es Varsovia.