A lo largo de la década de los setenta del pasado siglo el perfil de la capital experimentó sus mayores cambios en lo que a altura se refiere. Icónicas torres del skyline madrileño, como la del Banco de Bilbao, de Sáenz de Oiza, la de Valencia, de Carvajal, o las gemelas de Colón, de Lamela, datan de esos años. También el edificio que nos ocupa, otro rascacielos en pleno centro de la ciudad; un elogio a la curva.
Librería lacada diseñada por el arquitecto Jaime Milas del Bosch. Sobre las mesas de centro, de Adriana Luengo, distintos objetos de cristal de Anmoder Decoración.
Esta forma curva no sólo dota a la construcción de una marcada personalidad, sino que, además, consigue maximizar funcionalmente sus espacios. Uno de ellos, un piso con enormes ventanales –y un panorama despejado; lo que es aún más difícil de encontrar– en una de sus plantas altas, es precisamente nuestro protagonista: tras años de intensa vida en él, necesitaba una reforma en profundidad, tanto arquitectónica como decorativa. De una se encargaría Jaime Milans del Bosch, de la otra, Adriana Luengo.
Comedor. Mesa Tulip, de Eero Saarinen, con sobre de mármol, sillas de bambú y hierro y alfombra de lana del estudio de Ariana Luengo. Los cuadros son de Nico Munuera.
Si la primera, la reforma arquitectónica, consistió, brevemente, en una confortable puesta al día, la segunda orquestaría materiales nobles y sugerentes texturas (del espejo o el mármol a la laca, el terciopelo y la seda) en busca de una sofisticación a la altura –nunca mejor dicho– de la casa.
El diseño contemporáneo, lo vintage e incluso algunas antigüedades muy escogidas se hermanan en una casa que presenta una decoración tan sútil como sofisticada.
Cocina. El blanco, principal protagonista, sólo roto por los azulejos del suelo.
Su dueña, una profesional del sector del arte, demandaba un luminoso contenedor para que su colección personal, en la que se cuentan obras de José María Sicilia o Anish Kapoor, brillase, de ahí que se escogiese el color blanco –en paredes, techos y no pocos muebles– para construir sobre él.
Dormitorio principal. Todos los textiles de la casa fueron elegidos por la decoradora, tambén la dueña del showroom Detela.
Mención aparte merece la exquisita elección de textiles, una de las especialidades de Luengo, también propietaria de la tienda de Detela. Colores señoriales en pinceladas y contenidos juegos geométricos funcionan como contrapunto al predominio del blanco.
El protagonismo del blanco en este apartamento es incuestionable. Se utiliza para dimensionar las obras de la colección de arte de su dueña.
Baño. Los aseos se revistieron enteramente, sin separación, de azulejo tornasolado en malla, de Bisazza.
Y en lo que a muebles se refiere, diseño contemporáneo (piezas a medida creadas por la interiorista, incluso) y vintage se hermanan calladamente. Camus escribió que si el mundo fuera claro, el arte no tendría lugar, aunque nunca pisó este apartamento- galería.
Fotografía: Belen Imaz
Estilismo: Laura Peironcely