Sugarcane, un placer

Deleitar al gusto por la comida y por la estética, todo de una vez

Restaurante Sugarcane Patricia Alejandra Pombo
Restaurante Sugarcane Patricia Alejandra Pombo

En pleno corazón del barrio de Salamanca –Diego de León 7– aterriza Sugarcane Restaurant and Wetbar,  una nueva propuesta gastronómica para los amates de la cocina internacional que viene aderezada con un espacio actual, fresco y acogedor que invita a disfrutar de cada uno de sus rincones.

Gastronómicamente, debemos agradecer su llegada a la pasión de sus propietarios por la cocina y la restauración, el hambre de explorar y conocer mundo, así como de descubrir diferentes culturas y aprender de ellas. Así es como nace Sugarcane, un reflejo de esa inquietud y amor por lo desconocido.

 

“Oírles hablar con la pasión que lo viven para nosotras fue fácil plasmarlo en un espacio”

 

Decorativamente, el espacio conquista a la primera. Decorado por las interioristas Patricia y Alejandra Pombo, al igual que la carta, la decoración también refleja la explosión de ideas y experiencias vividas en los viajes de los propietarios.

Al cruzar el umbral de su puerta enmarcada por el ladrillo visto descubrirás que Sugarcane está dividido en dos zonas bien diferenciadas. La primera, es el Wetbar y su protagonista indiscutible es la barra. Después tu atención se posará en las telas estampadas, en su sofisticado papel antiguo adamascado y en sus maravillosas lámparas de ganchillo que se han colado directamente en nuestra lista de favoritos.  

En el segundo espacio reina la luz y la vida gracias gracias a una espectacular cristalera que da a la calle Diego de León y se mimetiza con ella. Bien unidas a los ventanales están las mesas. Que no te sorprenda si sientes que en verdad estás en el exterior aunque haya un techo de por medio. Es la intención de la decoración, que el espacio recuerde a las tan caracerísticas –y envidiadas– terrazas madrileñas. Los farolillos y las guirnaldas con diversos estampados multiplican este afecto y, además, le aportan un aire distendido y único. 

La luz, siempre presente, en esta zona toma la forma de un camino de luces cálidas que ilumina y recorre cada centímetro de la cristalera para dar ese último toque acogedor haciéndolo un lugar aún más especial.

 

No falta detalle

Como curiosidad, las carpinterías antiguas son rescatadas del antiguo hospital de O’donnell y enmarcan la gran fachada del restaurante. Por su parte, los suelos son de madera combinada con tiles antiguos y microcemento que toman la apariencia de alfombras para enmarcar y dar protagonismo a  los diferentes rincones.

No nos olvidamos de los techos, decorarlos es tendencia esta temporada y así lo hacen en la zona del Wetbar. Aquí son de cañizo y vías de madera blancas formando un dibujo, dan luminosidad al local además de contrarrestar con la segunda zona donde el techo negro, se esconde para destacar otros detalles.

 

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