Anclada en un idílico paisaje esta vivienda unifamiliar invita a disfrutar de la pausa y del descanso, lo cual llevó a sus propietarios a afrontar un proyecto de rehabilitación integral en el que no se perdiera la esencia que la define. Por ello se reorganizaron las estancias de manera que quedaran dos bloques: uno con tres suites privadas y un segundo donde se sitúan cocina, comedor, salón y un aseo.
Esta zona de convivencia e interacción se ha concebido abierta y diáfana, buscando primar la comodidad, la luminosidad y las espectaculares vistas panorámicas propiciadas por los amplios tabiques acristalados. En la reforma se intentó recuperar elementos originales de la edificación original, como el granito que reviste la fachada.
“El conjunto resulta armónico y coherente con el espíritu y el entorno de la vivienda”
Esta misma conexión se ha querido mantener en el interiorismo donde se ha querido subrayar la relación entre lo tradicional y lo nuevo, proponiendo una convivencia entre la calidez de la madera de roble, que reviste el suelo de toda la planta con el toque más actual que aportan los techos de hormigón visto, la carpintería metálica o el acabado de muebles y tabiques.
Todo en orden
El protagonismo del salón recae sobre un imponente mueble modular, diseñado por Santos, que aúna estética, funcionalidad y polivalencia. La composición está directamente estructurada sobre paneles a pared, estratificando racionalmente todo el espacio y dotándolo de múltiples opciones de almacenaje, organización y exposición. Las líneas puras y los materiales de poco grosor contribuyen a minimizar el impacto del conjunto, favoreciendo su integración en la arquitectura.
Frente a él, un amplio sofá y la pequeña mesa baja realizada a medida en roble natural y tapa de mármol, constituyen el núcleo del salón. Las butacas complementan la sala cuya iluminación principal se resuelve con un elegante sistema de luminarias sobre raíles electrificados, acompañado de pequeñas lámparas auxiliares que devuelven ese toque cálido y acogedor.