Como sucede con todos los locales del Grupo Saona, este nuevo restaurante ofrece espacios con alma menorquina y aires domésticos. Se llama Turqueta, en honor a la preciosa cala de aguas cristalinas, y está situado en una de las principales arterias de la ciudad de Valencia.
El local, de 480 m2, se distribuye en forma de U quedando la portería en medio de la fachada y su principal atractivo está en el patio del fondo que se trabajó mucho en obra a partir del gran lucernario existente. Así, se creó un patio inglés y una sala anexa al lucernario en esa zona.
El proyecto del Restaurante Turqueta se realizó bajo la responsabilidad de Tarruella Trenchs Studio y la colaboración de Olga pajares y Anna Torndelacreu quienes supieron transmitir a los espacios la esencia mediterránea gracias al uso de una paleta de materiales y colores muy naturales y tradicionales, como la pintura a la cal interior, el pavimento continuo con base de cemento o el revoco a la cal exterior, el mimbre, el barro cocido, la madera de roble, la piedra y el hierro.
Nada más entrar, el visitante se encuentra la barra realizada con cemento y madera de roble que destaca por su desarrollo a dos niveles y un copero de acero inoxidable con iluminación puntual.
Mediante el pavimento continuo se fomenta el recorrido y la conexión de los diferentes espacios y para el falso techo, con lamas colocadas en diferentes direcciones, se consigue romper la linealidad del local. La zona que actúa de punto de unión de todos los espacios es la más oscura y se ha reservado a la cocina, servicios y zonas internas. Destaca un volumen central revestido con un despiece de madera de roble con la forma de estanterías.
Llegando al fondo del local se sitúa el patio inglés, con una paleta de colores más clara, donde se combina un mobiliario de mimbre, madera lacada en verde pálido y bancos con una frondosa vegetación. Y junto a éste se halla la sala anexa del lucernario, con un techo de madera con cañizo y ventiladores que recuerdan un porche mediterráneo.
Cada espacio cuenta con sus particulares detalles que los diferencia. Por ejemplo, los platos de cerámica azul turqueta de Carme Balada y Eugenia Boscá que decoran una de las paredes o las puertas mallorquinas recuperadas que ocultan la despensa.
Y volviendo a la entrada, un collage de sombreros menorquines tradicionales en la pared da la bienvenida al cliente con ese toque de ambiente doméstico, de líneas tan sencillas como naturales.