Reformar una casa de arriba a abajo, demoler paredes, cambiar suelos, muebles y puertas siempre es todo un reto complejo y un trabajo arduo, porque estás borrando la esencia de un hogar, pero a la vez estás construyendo una nueva más acorde a los tiempos actuales y a los deseos de los propietarios.
Muchos de los edificios en España son construcciones de los años 60 y se han quedado desfasados, no solamente por su diseño o decoración interior sino por su funcionalidad y distribución, pero por ejemplo, también por su falta de eficiencia energética. Por todos estos motivos, cada día se realizan obras y reformas en pisos como el protagonista de este artículo: un piso barcelonés de la calle Galileu con una reforma total hecha por parte de La Sastrería de Interiores.
En este caso, la vivienda se tiró por completo y se reconstruyó toda la instalación eléctrica, los baños, se instalaron todos los suelos con parquet, se cambiaron las carpinterías de aluminio, se reemplazaron las puertas interiores por unas blancas y se instalaron todo tipo de comodidades como el aire acondicionado por conductos para poder refrigerar toda la casa en verano. También se puso de nuevo, ya que no existía, el sistema de calefacción con radiadores con caldera de gas natural.
Menos paredes, más espacio
En total, el piso contaba con dos dormitorios dobles, y para acceder al segundo dormitorio había que pasar por el primero, algo que no tenía mucho sentido arquitectónico ni práctico. También había un dormitorio simple que no se podía tocar, un baño y una cocina cerrada, que quedaba muy pequeña y oscura.
Los interioristas decidieron eliminar el tabique que dividía los dos dormitorios dobles para dejarlo con un gran dormitorio con su propio baño en suite creando uno nuevo para encajar el baño. También se eliminaron las paredes de la cocina para dejarla abierta al salón, haciéndola mucho más funcional, luminosa, moderna y con una península para separarla del salón. De esta forma se convierte en un espacio en el que poder hacer vida diaria y tener un paso fluido.
Colores neutros e impersonales
A pesar de la gran reforma, los interioristas decidieron no darle demasiada personalidad a la vivienda porqué el proyecto se debía a una posterior venta del inmueble. Por eso, utilizaron tonalidades de colores más neutras, para que pudiera gustar al máximo número de personas como los grises, marrón claro para los suelos, blancos para las puertas y el color piedra para la pintura de las paredes. Aun con todo, el proyecto se acabó con un amueblado completo de todo el piso con todo el mobiliario necesario para llenar de vida cada espacio, con toques modernos y frescos.