Aunque la vivienda había sido reformada recientemente, a su propietario no le gustaba el resultado ya que quería disfrutar de un espacio propio: un entorno funcional en el que sentirse realmente cómodo. Por ello, decidió emprender una nueva intervención que encargó al estudio Laura Ortín Arquitectura. Laura Ortín analizó las necesidades del propietario para valorar cómo aplicarlas en un piso acabado de reformar: “Para el estudio supuso un conflicto desechar sin miramientos todos esos materiales costosos; así que comenzamos a trabajar diseccionando la casa en lo que se podía mantener y lo que no. Con un sencillo programa de necesidades -salón y habitación “en suite”- acordamos que -con trabajar en un 60% de la casa- nos bastaría para conseguir crear esos espacios deseados. Mantuvimos la cocina, una habitación y un baño intactos y el resto se transformó”, explica la arquitecta.
“En esta reforma de vivienda, se realiza una acupuntura doméstica que toma forma en una fantasía espacial de colores y texturas únicas para nuestro cliente”.
La reforma se emprende -esta vez, sí- teniendo muy presente las premisas del propietario para realizar un espacio a su medida. Quería un entorno carismático y personal, que reflejara sus aficiones, colecciones de arte, viajes, etc. Quería, al mismo tiempo, un espacio amplio y confortable, un escenario dinámico que permitiera cambiarlo a voluntad, según el momento y la actividad y que favoreciera los encuentros.
Fotos: David Frutos
Laura Ortín ha desarrollado un espacio flexible -de 60 metros cuadrados- que favorece un recorrido fluido y una cómoda circulación. Salón de reunión, sala de cine, galería de arte, estudio… son algunas de las escenas de este escenario versátil.
La arquitecta ha apostado por las formas orgánicas que transmiten una sensación relajante y envolvente. La tendencia Bold, de plena actualidad, se pone de manifiesto en este proyecto en el que triunfan las líneas curvas y sinuosas, más amables que las aristas.