Los turistas que visitan Barcelona están de suerte y más si son unos apasionados de la arquitectura modernista que caracteriza la ciudad. En plena Gran Vía se alza la distinguida Casa Francesc Carreras, un edificio de principios del siglo pasado, cuyas antiguas residencias y oficinas se han reformado en apartamentos para uso turístico.
El edificio es obra del arquitecto Antoni Millàs, uno de los creadores modernistas más desconocidos, y plasmó la esencia del estilo que imperaba en ese momento en infinidad de elementos estructurales. Hoy, Abel Pérez Gabucio, director de Àbag Estudio, ha podido rescatarlos para darles el protagonismo que se merecen.
De hecho, mantener el espíritu original de los espacios es una de las ‘obsesiones’ profesionales de Abel y cuando cayó en sus manos el proyecto de crear estos apartamentos de entre 80 y 100 metros cuadrados de herencia centenaria, lo tuvo claro: «Son elementos originales de obligada conservación».
Así, se pueden admirar los suelos de mosaico Nolla al igual que el cerramiento de la tribuna posterior con vistas al típico patio de manzana del Eixample. Éste es un espacio extra de la vivienda que disfruta de una claridad impresionante durante todo el día y que suele disfrutar de usos muy versátiles.
En las zonas con tabiques alzados, se ha optado por colocar nuevas molduras en las paredes inspiradas en las de origen representando un verdadero espectáculo visual, junto con las molduras del techo. La idea de compartir muro con litografías de Antoni Tàpies ofrece una fusión de dos épocas que despierta una infinita admiración.
Aunque, sin duda, la joya de la corona de estos apartamentos es la chimenea modernista de cerámica verde y mármol que se combina sabiamente con una selección de mobiliario actual -algunas piezas son diseños de Abel-, llevando al extremo la convivencia de los estilos. La lámpara, una chandelier de esencia Space Age, evidencia el old-new.
El proyecto de reforma de los apartamentos ha incluido también todas las comodidades que precisa un turista que desea sentirse como en casa, como una cocina completa muy funcional. La transición entre espacios resulta agradable, sin estridencias, y eso es fruto de un estudiado interiorismo.